Lecciones calientes y frías


Había una vez un pequeño café con leche que estaba muy caliente. Se encontraba en una taza de porcelana, sobre la mesa del comedor de una familia muy feliz.

La mamá había preparado el desayuno y servido el café con leche para su esposo e hijos. "Cuidado chicos, el café está muy caliente", advirtió la mamá. Pero los niños estaban emocionados por tomar su café con leche y no quisieron esperar a que se enfriara.

Así que comenzaron a soplar y a beberlo poco a poco, disfrutando de su sabor dulce y cremoso.

Sin embargo, cuando el más pequeño tomó un sorbo grande, gritó:"¡Ay! ¡Me quemé!"La mamá lo consoló y le puso hielo en su lengua para aliviar el dolor. El niño aprendió la importancia de escuchar las advertencias y esperar a que las cosas se enfríen antes de consumirlas.

Mientras tanto, el café con leche seguía en la taza, cada vez más frío y menos sabroso. Pero pronto llegaría alguien inesperado: un gato callejero entró por la ventana abierta del comedor y saltó sobre la mesa. El gato olfateó la taza de café con leche frío y decidió probarla.

Para su sorpresa, descubrió que era deliciosa. Así que comenzó a lamerla hasta dejarla completamente vacía. La familia se dio cuenta del gato en ese momento e intentaron ahuyentarlo.

Pero ya era tarde: el gato había bebido todo el café con leche frío. La mamá explicó a los niños que no debían dejar la comida en lugares accesibles para animales, ya que podría hacerles daño.

Desde entonces, la familia aprendió a ser más cuidadosa con sus alimentos y bebidas calientes, y también con el acceso de animales a su hogar. Y el gato aprendió que a veces las cosas buenas vienen en formas inesperadas.

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