Lecciones de Amistad en la Escuela Selvática


En un colegio muy especial, todos los estudiantes eran animales de la selva. Había leones, jirafas, monos, elefantes y muchos más.

Todos vivían en armonía y se querían mucho, pero a veces, sin darse cuenta, herían los sentimientos de sus compañeros. Un día, en el salón de clases de la Escuela Selvática, el león Leopoldo estaba jugando con sus amigos cuando accidentalmente empujó a la tímida tortuga Teresa y rompió su caparazón.

Teresa comenzó a llorar y se sintió muy triste por lo ocurrido. Los demás animales se miraron entre sí con sorpresa al ver lo que había pasado. "¡Oh no! Lo siento mucho Teresa, no fue mi intención lastimarte", dijo Leopoldo apenado mientras intentaba disculparse.

Teresa solo asintió con tristeza y se retiró lentamente hacia un rincón del salón. Los demás animales se quedaron en silencio por un momento antes de que la profesora Gabriela interviniera.

"Chicos, es importante recordar que nuestras acciones pueden lastimar a nuestros amigos aunque no lo pretendamos. Debemos ser cuidadosos y siempre pensar en cómo nos sentiríamos si estuviéramos en su lugar", les recordó la sabia profesora.

Los días pasaron y Leopoldo trató de hacer todo lo posible para ayudar a Teresa en su recuperación. La llevaba comida especial para tortugas, le leía cuentos para animarla y pasaba tiempo con ella para que no se sintiera sola.

Poco a poco, Teresa empezó a sonreír nuevamente gracias al cariño y preocupación de Leopoldo. Finalmente, llegó el día en que Teresa pudo regresar al salón de clases con su caparazón completamente sanado. Todos los animales aplaudieron emocionados al verla tan feliz otra vez.

"Gracias Leopoldo por tu amabilidad y paciencia conmigo. Aprendí que debemos ser considerados unos con otros y pensar antes de actuar", expresó Teresa con gratitud.

Los demás animales asintieron emocionados ante las palabras de Teresa e hicieron una promesa solemne: siempre cuidarían los sentimientos de sus compañeros y serían comprensivos cuando alguien cometiera un error sin intención. Desde ese día en adelante, en la Escuela Selvática reinó un ambiente aún más cálido y amoroso entre todos los estudiantes animales.

Aprendieron que las disculpas sinceras y el cuidado mutuo eran fundamentales para mantener una convivencia armoniosa. Y así concluyó esta historia sobre cómo aprender a ser empáticos y considerados hacia nuestros amigos incluso cuando cometemos errores involuntarios.

Porque todos merecemos respeto, comprensión y amor en nuestra vida escolar ¡Fin!

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