Lecciones en el mar
Había una vez en la costa de Mar del Plata un día soleado y radiante, donde Pinocho decidió ir a disfrutar de la playa.
El muñeco de madera estaba emocionado por meterse al mar y sentir la frescura del agua salada en su cuerpo. Sin embargo, algo inesperado iba a suceder ese día. Al llegar a la orilla, Pinocho se quitó los zapatos y corrió hacia las olas con una sonrisa en su rostro.
Saltaba y reía mientras el agua mojaba sus pies de madera. Pero conforme se adentraba más en el mar, las olas comenzaron a agitarse peligrosamente. De repente, una ola gigante lo atrapó y lo sumergió bajo el agua.
Pinocho luchaba por salir a la superficie, pero era imposible para él, pues al ser de madera se hundía rápidamente. En pocos segundos, se encontró ahogándose en medio del mar.
En ese momento crítico, apareció Marina, una simpática sirena que había visto todo desde las profundidades del océano. Con rapidez nadó hacia Pinocho y lo sostuvo con fuerza para llevarlo hasta la orilla. - ¡Pinocho! ¡Despierta! -exclamó Marina mientras le daba palmaditas en la mejilla al muñeco inconsciente.
Pinocho abrió lentamente los ojos y tosió fuertemente expulsando el agua que había tragado. Se sentía débil y asustado por lo que acababa de vivir. - ¿Estás bien? -preguntó Marina con preocupación. - Sí...
gracias a ti -respondió Pinocho entre respiraciones entrecortadas. Marina ayudó a Pinocho a reincorporarse y juntos caminaron por la playa hasta llegar a un lugar seguro. Sentados en la arena, Marina le explicó amablemente:- Pinocho, debes tener cuidado en el mar.
Aunque es hermoso y divertido, también puede ser peligroso si no sabes cómo protegerte. Siempre es importante respetar sus reglas y estar atento a las señales de peligro. Pinocho asintió con humildad mientras reflexionaba sobre lo ocurrido.
Agradeció sinceramente a Marina por salvarlo y prometió ser más prudente en el futuro. Desde aquel día, Pinocho aprendió valiosas lecciones sobre seguridad acuática gracias a Marina.
Cada vez que visitaba la playa recordaba con gratitud aquel encuentro salvador que le enseñó que incluso un muñeco de madera podía necesitar ayuda en momentos difíciles. Y así, entre risas compartidas y olas amistosas, Pinocho descubrió que las experiencias adversas pueden convertirse en oportunidades para crecer y aprender algo nuevo cada día.
FIN.