Lenina y la prueba de valor
En una tierra llena de vastos bosques y montañas imponentes, vivía Lenina, una guerrera valiente y decidida. Sin embargo, un día su imprudencia llevó a un desafortunado accidente durante un entrenamiento y, como castigo, los ancianos de su tribu decidieron exiliarla. La joven se alejó de su hogar, llena de tristeza, pero con una idea en mente: debía demostrar su valor y regresar.
Un día, mientras recorría el bosque, se encontró con un pequeño ciervo atrapado en una trampa. Lenina, recordando cómo había sido tan imprudente antes, decidió actuar de manera diferente esta vez.
"Si me acercas, te ayudaré", dijo suavemente, mientras se acercaba al ciervo con cuidado.
"¡No me hagas daño!", respondió el ciervo, asustado.
"No quiero hacerte daño, solo quiero liberarte", le aseguró Lenina.
Con cuidado, Lenina liberó al ciervo. El animal, agradecido, la miró fijamente y le dijo:
"Tu bondad no pasará desapercibida. Te ayudo a encontrar lo que buscas."
Lenina, aunque sorprendida, no podía dejar pasar esa oportunidad. Juntos continuaron su camino, hasta que llegaron a una montaña donde se decía que vivía un sabio anciano.
"¿Por qué quieres volver a tu tribu?" preguntó el anciano mientras contemplaba la belleza del paisaje.
"Quiero demostrarles que he cambiado y que puedo ser una mejor guerrera", respondió Lenina con firmeza.
El anciano sonrió y le dio un consejo:
"Para ser la mejor guerrera, no solo necesitas habilidades físicas, sino también la sabiduría de entender y ayudar a los demás".
Lenina reflexionó sobre esas palabras. En su camino de regreso, ayudó a un grupo de animales heridos y guió a los perdidos de vuelta a sus hogares. Cada acto de bondad la acercaba más a su objetivo. Sin embargo, antes de llegar a su tribu, tuvo que enfrentar un desafío: un grupo de cazadores que había estado causando problemas en el bosque.
Lenina decidió preparar una trampa inteligente para atrapar a los cazadores. Sigilosamente, observó sus movimientos y encontró el lugar perfecto. Al caer en la trampa, los cazadores se sorprendieron.
"¡Esto no puede estar pasando!", gritó uno de ellos.
"¡Suenen la alarma!", añadió otro.
Lenina, sin hacer ruido, se acercó y les dijo:
"¿Por qué cazan sin respeto por nuestro hogar? ¡Dejen libre a este bosque!"
Los cazadores, aún asustados por la trampa, se asombraron ante el valor de Lenina.
"Está bien, te escuchamos. No volveremos a causar problemas", respondieron, sintiéndose avergonzados.
Con su misión cumplida, Lenina continuó su camino hacia la tribu. Al llegar, los ancianos la esperaban con miradas de sorpresa y curiosidad.
"¿Qué has aprendido en tu viaje, Lenina?", preguntó el más sabio de ellos.
"He aprendido que el verdadero valor no sólo se encuentra en la lucha, sino también en la compasión hacia los demás. He ayudado a muchos y espero regresar como una guerrera más sabia", contestó, sincera.
Los ancianos se miraron entre ellos, impresionados por su transformación.
"Has demostrado tu valentía y tu corazón", dijo una anciana.
"¡Bienvenida de vuelta, Lenina!"
Desde ese día, Lenina no solo se convirtió en la mejor combatiente de la tribu, sino también en una líder respetada por todos, recordándole a cada guerrero que el verdadero valor radica tanto en la fuerza como en la bondad. Y así, la guerrera exiliada brilló en su tribu, no sólo como luchadora, sino como amiga de todos.
FIN.