Leo, el amigo león de Tomás
Había una vez un niño llamado Tomás, quien era autista. A menudo se sentía solo y no sabía cómo hacer amigos. Pero tenía un gran talento: le encantaba dibujar y crear mundos imaginarios en su mente.
Un día, mientras dibujaba en su cuaderno, Tomás decidió crear un mundo mágico para él y sus amigos imaginarios. Pero había algo que faltaba en su creación: un león. "- Necesito un león para mi mundo", pensó Tomás.
Así que comenzó a dibujar al león más majestuoso que pudo imaginar. Le dio una melena larga y dorada, ojos grandes y amables, y lo hizo tan realista como pudo.
Cuando terminó de dibujarlo, cerró los ojos e imaginó que el león cobraba vida. Y así fue: cuando abrió los ojos nuevamente, allí estaba el león frente a él. "- ¡Hola! Soy Leo", dijo el león con una sonrisa cálida.
Tomás no podía creerlo: había creado a su amigo perfecto sin siquiera saberlo. Juntos exploraron el mundo mágico que Tomás había creado e hicieron nuevos amigos imaginarios en cada rincón del lugar.
Pero pronto descubrieron que no todo era felicidad en ese mundo mágico: había criaturas peligrosas acechando entre las sombras. Un grupo de trolls malvados habían estado causando problemas por todas partes. Tomás y Leo decidieron enfrentarse a ellos juntos con la ayuda de sus amigos imaginarios.
Con valentía y astucia lograron derrotar a los trolls malvados y salvar a su mundo mágico. A medida que pasaban los días, Tomás se daba cuenta de que no estaba solo en el mundo: tenía amigos imaginarios como Leo y otros personajes para compartir sus aventuras.
Y aunque eran imaginarios, eran tan reales para él como cualquier amigo real. Tomás aprendió que la amistad puede venir de lugares inesperados, incluso de su propia mente.
Y siguió dibujando y creando mundos mágicos con la esperanza de encontrar nuevos amigos imaginarios en cada uno de ellos. Porque al final del día, lo único que importa es tener alguien con quien compartir momentos felices y crear recuerdos inolvidables.
FIN.