Leo y el bosque encantado


Leo era un lápiz muy especial. A diferencia de los demás lápices en el estuche de Pablo, Leo tenía la habilidad de dibujar puertas mágicas que lo llevaban a lugares increíbles.

Pero, por desgracia, nunca había tenido la oportunidad de usar su magia, ya que siempre permanecía guardado en la caja de madera. Un día, mientras Pablo estaba en el colegio, Leo decidió que era el momento de cumplir su sueño.

Con un salto valiente, dibujó una puerta brillante y dorada en una hoja en blanco del cuaderno y la atravesó sin dudarlo. Al otro lado de la puerta, se encontraba en un bosque encantado lleno de colores vibrantes y criaturas mágicas.

Leo no podía contener su emoción y comenzó a explorar cada rincón del lugar maravilloso en el que se encontraba. "¡Wow! ¡Esto es increíble!" exclamaba Leo mientras corría entre los árboles parlantes y las flores cantarinas.

Pero pronto se dio cuenta de que algo no estaba bien. El bosque parecía estar perdiendo sus colores y magia lentamente. Las criaturas mágicas estaban tristes y apagadas. Decidido a ayudar, Leo preguntó a una hada melancólica qué estaba pasando.

Ella le explicó que un malvado hechicero había lanzado un hechizo oscuro sobre el bosque para robar toda su magia. Leo sabía lo que debía hacer.

Con valentía, se enfrentó al hechicero y utilizó todo su poder para dibujar un escudo protector alrededor del bosque encantado. El hechicero lanzaba rayos oscuros intentando romper el escudo con todas sus fuerzas, pero gracias a la magia única de Leo, no pudo penetrarlo.

"¡No podrás quitarnos nuestra magia! ¡Este bosque es un lugar especial lleno de bondad y alegría!" gritaba Leo con determinación. Finalmente, el hechicero cansado se rindió y desapareció en una nube oscura.

El bosque volvió a cobrar vida con colores brillantes y las criaturas mágicas celebraron junto a Leo su valentía y determinación para protegerlos. Con lágrimas de felicidad en los ojos, el hada le dijo a Leo: "Gracias por recordarnos que incluso las cosas más pequeñas pueden hacer grandes cambios cuando actúan con amor y valentía".

Lleno de orgullo por haber salvado al bosque encantado, Leo regresó a través de la puerta dorada al mundo real justo a tiempo para que Pablo regresara del colegio.

Desde ese día en adelante, cada vez que necesitara coraje o inspiración para enfrentar nuevos desafíos escolares o personales, Pablo sabía exactamente dónde encontrarlo: dentro del corazón valiente del pequeño lápiz llamado Leo.

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