Leo y el Globo Mágico



Había una vez un niño llamado Leo. Leo tenía 4 años y le encantaba jugar en el parque. Un día, mientras corría, encontró un globo azul atado a una rama.

(Ilustración: Leo mirando emocionado el globo azul atado a una rama en el parque)

- ¡Mirá ese globo! - exclamó Leo, llenándose de alegría.

Con cuidado, Leo desató el globo y, cuando lo soltó, se sorprendió al ver que empezaba a elevarse lentamente hacia el cielo.

- ¡Es un globo mágico! - decidió, mientras lo seguía mirando, fascinado.

De repente, el globo hizo un giro y volvió hacia él, tocando suavemente su mano. Leo decidió seguirlo. Al correr detrás del globo, se dio cuenta de que lo había llevado hasta un rincón del parque que nunca había visto antes.

(Ilustración: Leo persiguiendo el globo azul que flota en el aire)

En ese rincón, había un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores. Leo se detuvo y se maravilló.

- ¡Guau! - dijo Leo, mirando a su alrededor. - ¡Nunca había visto un lugar así!

El globo, como si entendiera su sorpresa, flotó cerca de un arbusto y comenzó a mecerse suavemente, como si estuviera saludando.

- ¿Qué me querés mostrar, bolita de aire? - preguntó Leo, intrigado.

Y fue entonces cuando escuchó una voz suave.

- Hola, Leo. Soy el Globo Mágico.

(Ilustración: Leo mirando asombrado el globo mientras este habla)

- ¡Habló! - gritó Leo, saltando de emoción. - ¿Cómo es esto posible?

- Todos los globo mágicos tienen una misión, y hoy voy a mostrarte algo especial - respondió el globo con una sonrisa. - Ven, sígueme.

Leo siguió al globo mientras este lo guiaba a través del jardín. De pronto, el globo se detuvo frente a una flor gigante.

- Esta es la Flor de la Amistad - explicó el Globo Mágico. - Si la cuidas y le das cariño, florecerá y compartirá su belleza con todos.

- ¡Quiero cuidar de ella! - dijo Leo emocionado.

(Ilustración: Leo cuidando la flor con esmero)

- Eso es genial, Leo. Pero recuerda, la amistad requiere esfuerzo y dedicación.

A medida que pasaba el tiempo, Leo visitaba todos los días el jardín para cuidar de la Flor de la Amistad. Hablaba con ella, le daba agua y la protegía de los vientos. Pero un día, un grupo de niños entrou en el jardín y empezaron a jugar cerca de la flor.

- ¡Cuidado! - gritó Leo. - ¡Pueden dañar a la flor!

Los niños se detuvieron y uno de ellos dijo:

- No queremos hacerle daño. ¿Por qué es tan especial?

- Es la Flor de la Amistad. Si la cuidamos, podrá hacernos sonreír siempre - explicó Leo con orgullo.

Los niños se acercaron y, en lugar de jugar, decidieron ayudar a Leo a cuidar de la flor.

(Ilustración: Leo y los niños cuidando juntos la flor)

Todos juntos crearon un círculo alrededor de la flor y comenzaron a cuidarla: regaron la tierra, limpieron las hojas y la protegieron del viento.

- ¡Esto es increíble! - dijo uno de los niños. - Ahora podemos ser amigos y cuidar de la flor juntos.

(Ilustración: Leo y los nuevos amigos sonriendo y disfrutando del jardín)

Desde ese día, Leo no solo se convirtió en el cuidador de la Flor de la Amistad, sino que también hizo nuevos amigos. Juntos compartían momentos felices en el jardín, riendo y aprendiendo sobre la importancia de cuidar de los demás.

Un día, el Globo Mágico regresó.

- Has hecho un gran trabajo, Leo - dijo el globo con una sonrisa. - Has aprendido que la amistad se cultiva con amor y dedicación.

- ¡Gracias, Globo Mágico! - respondió Leo emocionado.

- Ahora te debo dejar, pero recuerda siempre cuidar de tu amistad, así como cuidas de la flor.

Y con eso, el Globo Mágico se elevó en el aire y desapareció, dejando a Leo y a sus amigos llenos de alegría y la promesa de seguir cuidando de la Flor de la Amistad.

(Ilustración: Leo y sus amigos mirando al cielo mientras el globo se aleja)

Y así, cada vez que veían una flor, recordaban que la amistad, al igual que las flores, necesita ser cuidada para poder florecer en su máximo esplendor.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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