Léo y el Viaje de los Recuerdos



Era un día soleado en el barrio y Léo estaba sentado en su jardín, pensando en las aventuras que había tenido con su amiga Ana. Sin embargo, había algo que nublaba su mente. Ana había perdido a su hermano Bennie hacía un tiempo y aunque ella trataba de sonreír, Léo sabía que estaba triste.

Decidido a ayudarla, Léo tuvo una idea brillante. "Voy a organizar una búsqueda del tesoro para Ana. Pero no será cualquier búsqueda, será una búsqueda de recuerdos de Bennie"- pensó mientras saltaba de su asiento.

Léo se puso a trabajar. Hizo mapas y listados de pistas que los llevarían a lugares significativos para Ana y Bennie. El día siguiente, Léo fue a la casa de Ana. La encontró sentada en el porche, mirando al horizonte.

"Hola, Ana. ¿Te gustaría pasear un rato?"- le preguntó Léo con una sonrisa esperanzadora.

"No sé, Léo. Hoy me siento un poco rara..."- respondió Ana, jugando con sus dedos.

"Por favor. Te prometo que será divertido. Tengo un pequeño secreto"- le dijo Léo, intentando emocionarla. Ana lo miró curiosa.

"¿Un secreto?"- inquirió. Léo asintió y sacó el mapa que había dibujado.

"Vamos, será una búsqueda del tesoro... de recuerdos. Cada pista te recordará a Bennie y al mismo tiempo, nos ayudará a sonreír"- explicó Léo.

Ana se sintió intrigada y, después de pensarlo un momento, decidió acompañarlo. Así empezaron su aventura. La primera pista los llevó al parque donde Bennie había enseñado a Ana a andar en bicicleta. Allí, encontraron un viejo aro de metal.

"Mirá, ¡esto lo usábamos para hacer malabares!"- exclamó Ana, sonriendo al recordar las travesuras. La segunda pista los llevó a la casa del árbol donde solían jugar. Allí descubrieron un muñeco de trapo que Bennie había hecho, y eso trajo muchas risas al recordar cómo se lo había regalado a Ana en su cumpleaños.

"¡Qué divertido era Bennie!"- dijo Ana con una sonrisa. Cada lugar que visitaban les traía más alegría y más recuerdos. Sin embargo, al llegar a la última pista, se dieron cuenta de que conducía a un viejo cobertizo, cubierto de enredaderas y polvo.

"¿Qué habrá aquí?"- preguntó Ana, un poco nerviosa. Léo, con una sonrisa de complicidad, empujó la puerta y la abrió. Dentro, encontraron un montón de cartas que Bennie había escrito a su hermana. Estaban llenas de dibujos y mensajes adorables.

Ana comenzó a leerlas en voz alta. "Querida Ana, siempre serás mi mejor amiga"- leyó Léo, mientras Ana sonreía y le brillaban los ojos. Las cartas estaban llenas de anécdotas y sueños que Bennie había tenido. Entre risas y lágrimas, Ana comprendió que aunque Bennie no estaba físicamente con ella, sí vivía en sus recuerdos y en sus palabras.

"Me siento feliz, Léo. Gracias por ayudarme a recordar todo esto. Él siempre estará en mi corazón"- dijo Ana, mientras abrazaba a su amigo. Léo sonrió con satisfacción, pensando que su idea había sido un éxito.

Volvieron a casa con una luz en el corazón. Descubrieron que los recuerdos, aunque a veces tristes, también pueden traer mucha alegría. Y así el viaje no solo fortaleció la amistad entre Léo y Ana, sino que también les enseñó que recordar a los que amamos es una forma hermosa de mantenerlos cerca, incluso cuando ya no están. Ambos, con una sonrisa renovada en el rostro, se prometieron seguir haciendo aventuras juntos, creando recuerdos que duraran para siempre.

FIN.

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