Leo y su Gran Misión



Había una vez un niño llamado Leo, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un hermoso bosque. Un día, su abuela, una mujer sabia y cariñosa, le dijo:

"Leo, tengo una misión muy importante para vos. Necesitamos plantar árboles para ayudar a nuestro planeta. Cada árbol que crezca será un regalo para la Tierra."

Leo miró a su abuela con ojos brillantes y asintió con entusiasmo.

"¡Voy a hacerlo, abuela! ¡Plantaré muchos árboles!"

Esa misma mañana, Leo se puso su gorra favorita y salió de su casa. Caminó hacia el bosque, llevando consigo unas pequeñas semillas que su abuela le había dado. Mientras caminaba, se encontró con su amigo Tomás.

"¿A dónde vas, Leo?" - preguntó Tomás, curioso.

"Voy a plantar árboles en el bosque. ¡Es mi misión! ¿Querés ayudarme?" - respondió Leo, emocionado.

"Claro que sí, vamos juntos!" - dijo Tomás, saltando de alegría.

Avanzaron un poco más y se encontraron con Sofía, que estaba recogiendo flores.

"Hola, chicos. ¿A dónde van tan apurados?" - preguntó Sofia.

"Vamos a plantar árboles. ¿Querés venir?" - invitó Leo con una sonrisa.

"Me encantaría!" - respondió ella, dejando las flores a un lado.

Los tres amigos continuaron su camino, pero se toparon con un pequeño problema. Un arroyo bloqueaba su paso y no había manera de cruzarlo. Leo se sintió un poco frustrado.

"No puedo dejar que esto me detenga. Mi misión es importante..." - dijo Leo.

"¡Ya sé!" - exclamó Tomás. "Podemos construir un puente con esas maderas que están ahí."

Usando ramas y troncos, los niños se pusieron a trabajar juntos. Después de unos minutos, lograron hacer un pequeño puente.

"¡Lo logramos!" - gritó Sofía mientras cruzaban el puente con cuidado.

Finalmente, llegaron al corazón del bosque. El lugar era mágico, lleno de árboles enormes y aves cantando. Era el sitio perfecto para plantar sus semillas. Leo se sintió emocionado.

"Este lugar necesita más árboles. ¡Vamos a plantar!" - dijo, mientras cavaba un pequeño agujero en la tierra.

Sofía ayudaba a poner las semillas, y Tomás las cubría con tierra.

Pero cuando estaban a punto de plantar la última semilla, se dieron cuenta de que un grupo de niños estaba jugando cerca. Parecía que estaban haciendo destrozos cerca de un árbol viejo.

"¿Qué hacen?" - preguntó Leo, preocupado.

"Solo estamos jugando, no pasa nada." - respondió uno de los chicos.

"¡Sí pasa!" - dijo Sofía. "Ese árbol es muy importante, ¡es nuestro amigo!"

Los niños se miraron entre sí, confundidos. Leo, decidido, se acercó a ellos.

"Si quieren jugar, podemos usar la creatividad para hacer un juego con los árboles sin dañarlos. ¿Qué tal una búsqueda del tesoro en el bosque?" - sugirió.

Los otros niños se miraron, pensativos.

"Está bien, podemos intentarlo. Pero... ¿qué hacemos si encontramos algo?" - preguntó un niño más alto.

"Podemos hacer un mapa y así, cada vez que encontremos algo especial, ¡lo vamos a anotar!" - dijo Tomás, entusiasmado.

A los nuevos amigos les encantó la idea. Juntos, comenzaron a buscar tesoros naturales como hojas de diferentes formas, piedras de colores y flores. ¡Se divirtieron tanto que decidieron hacer una 'Fiesta de los Árboles'!"Podemos organizar una fiesta para celebrar todo lo que hemos encontrado y darles una buena fiesta a nuestros árboles. ¡Así se sentirán cuidados!" - sugirió Sofía.

Y así fue como, después de plantar todas sus semillas, los niños comenzaron a prepararse para la fiesta. Cada uno se encargó de diseñar decoraciones con lo que habían encontrado en el bosque.

La fiesta fue un éxito. Todos los chicos del pueblo se unieron, y juntos aprendieron sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.

"Gracias, Leo. Gracias a vos, hemos creado algo maravilloso" - dijo Sofía, emocionada.

"No lo hice solo. Trabajamos todos juntos. Y todavía hay muchos árboles que plantar" - dijo Leo, sonriendo.

Y así, amigos nuevos y viejos, se unieron en la misión de cuidar y reverdecer su hermoso bosque. Leo había comenzado su misión pero había descubierto que, junto a sus amigos, podían hacer cosas aún más grandes y maravillosas. Desde aquel día, se comprometieron a seguir cuidando la naturaleza y, con cada árbol que plantaban, sentían que el planeta sonreía.

FIN.

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