León y las emociones
Había una vez en la sabana africana un león llamado Simba, que estaba cansado de sentirse siempre enojado y triste.
Un día, decidió emprender un viaje por la selva para buscar a un sabio elefante que le enseñara a controlar sus emociones. En su camino, se encontró con un elefante llamado Tito, quien al ver a Simba tan desanimado, decidió ayudarlo. "¿Qué te preocupa, amigo león?", preguntó Tito.
"Siempre estoy enojado y triste, no sé cómo controlar mis emociones", respondió Simba con pesar. Tito le explicó que todas las emociones eran importantes, pero que era necesario aprender a gestionarlas para no dejar que lo dominaran.
Juntos, emprendieron un viaje por la selva, encontrándose con diferentes animales que les enseñaron valiosas lecciones. El mono les mostró la importancia de la alegría, el pájaro les enseñó sobre la esperanza, y el cocodrilo les habló sobre el miedo. Con cada enseñanza, Simba fue descubriendo cómo controlar sus emociones.
Al final, llegaron al árbol de la sabiduría, donde el sabio elefante los esperaba. "Querido Simba, has demostrado valentía al buscar el control de tus emociones. Ahora sé que estás listo para aprender el secreto para manejarlas", dijo el sabio elefante.
Simba escuchó atentamente las palabras del elefante sabio, quien le enseñó a respirar profundo, a pensar en cosas alegres y a hablar con alguien de confianza cuando se sintiera abrumado. Al regresar a la sabana, Simba puso en práctica todo lo aprendido.
Se dio cuenta de que podía sentirse enojado sin dejar que la ira lo dominara, que podía sentir tristeza sin dejar que lo ahogara. Aprendió a valorar cada emoción y a encontrar el equilibrio.
Desde entonces, se convirtió en un león más sabio y tranquilo, capaz de enfrentar cualquier situación con calma y control. Y cada vez que alguien en la sabana necesitaba ayuda para controlar sus emociones, Simba estaba allí para enseñarle lo que había aprendido.
FIN.