León y su nueva hermanita



Un soleado día de primavera, León, un nene de 3 años lleno de energía y curiosidad, estaba jugando con sus bloques en el living de su casa. De repente, su mamá entró con una gran sonrisa en su rostro.

"León, vení un momento... tengo algo muy emocionante para contarte", dijo su mamá mientras se sentaba a su lado.

León dejó los bloques a un lado y se acercó corriendo.

"¿De qué se trata, mamá?", preguntó él, con los ojos bien abiertos.

"¡Vas a ser hermano mayor!", anunció su mamá con alegría.

León frunció el ceño y se quedó pensando.

"¿Hermano mayor? Pero... ¿quién es?", preguntó, confundido.

"Vas a tener una hermanita. Está en mi panza y va a nacer en unos meses".

León se levantó de un salto, emocionado.

"¡Voy a tener una hermanita!", gritó, y comenzó a dar vueltas en círculo.

Pero luego se detuvo y se preocupó.

"¿Qué pasa si no le gusta jugar a los bloques?"

La mamá sonrió y le acarició la cabeza.

"No te preocupes, León. Todos los hermanitos son diferentes. ¡A lo mejor a tu hermanita le encanta jugar a los bloques! O puede que le gusten otras cosas".

León pensó por un momento y luego dijo:

"¡Voy a enseñarle a jugar con mis bloques!".

Los días pasaron y León se preparó para la llegada de su hermanita. Su mamá le mostró fotos de bebés y le explicó que las hermanitas necesitan mucho cuidado.

"Tendrás que ayudarme a cuidarla", dijo su mamá.

León asintió entusiasmado, pero de nuevo, un nuevo pensamiento apareció en su mente.

"¿Y qué pasa si llora mucho?" preguntó, ya un poco preocupado.

"La bebés lloran porque tienen hambre o están cansadas. Podés cantarle una canción o darle su chupete", le respondió su mamá.

"¿Y si no le gusta mi canción de dinosaurios?".

"Entonces puedes inventar una canción para ella. ¡Las hermanitas adoran las canciones inventadas por sus hermanos mayores!".

León se sintió un poco mejor, pero aún le quedaba una inquietud en su corazón.

Un día, mientras jugaba en el parque, se encontró con su amigo Mateo.

"Mateo, ¿sabías que voy a ser hermano mayor?"

"¡Sí! ¿Te gusta la idea?" le preguntó Mateo.

León hizo un gesto de duda.

"No estoy seguro... ¿y si mi hermanita no quiere jugar conmigo?".

Mateo pensó un segundo y luego dijo:

"Podés hacer cosas juntos, como bailar, dibujar o mostrarle tus juguetes. A veces, aunque no quieran jugar, van a necesitar de vos. Y siempre van a querer estar contigo porque sos su hermano".

León sonrió.

"¡Es verdad!". Y aunque aún tenía algunas dudas, comenzó a sentir que ser hermano mayor podía ser algo divertido.

Finalmente, el día llegó. La mamá de León tuvo a su hermana en el hospital, y León, emocionado y un poco nervioso, fue a conocerla. Cuando entró a la habitación, vio a su mamá sosteniendo a un pequeño bebé.

"¡Mirá, León! Esta es tu hermanita, Sofía".

León se acercó con cautela.

"Hola, Sofía”, murmuró, una sonrisa amplia iluminando su rostro.

La bebé lo miró con curiosidad y dio un pequeño gritito. León se quedó sorprendido.

"¿Te gusta mi voz?" preguntó con un brillo en los ojos.

Y así, poco a poco, León fue aprendiendo a cuidar de su hermanita. Cada día le contaba una historia, le enseñaba a jugar con sus bloques y se divertían juntos. Aunque a veces Sofía lloraba, León sabía que podía cantarle para calmarla.

"Voy a ser el mejor hermano mayor del mundo", declaró León, sintiéndose orgulloso.

Y así, León descubrió que ser hermano mayor significaba compartir, cuidar y, lo más importante, amar a su pequeña Sofía, quien, aunque era diferente a él, podría ser su mejor amiga.

Con el tiempo, León aprendió que las sorpresas de la vida, como tener una hermanita, podían ser maravillosas y llenas de alegría.

FIN.

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