Leona Luz y la Selva Perdida



Había una vez, en un rincón brillante de la selva, una leona llamada Luz. A diferencia de los demás felinos, Luz tenía el corazón lleno de ideas y sueños. "Yo quiero ser la mejor custodia de la selva", solía decir mientras jugueteaba con sus amigos. Sin embargo, siempre se sentía un poco insegura.

Un día, mientras exploraba cerca de un lago, Luz escuchó un susurro en el viento. "¿Qué será eso?", se preguntó. Al acercarse, notó un grupo de animales que parecían angustiados.

"¡Luz! ¡Ayúdanos!", gritó un pequeño mono llamado Tico. "Hemos perdido a la Guacamaya Arcoíris en la parte más oscura de la selva y no sabemos cómo volver".

Luz sintió que su corazón latía más rápido. Esa selva oscura siempre había sido un lugar aterrador para ella. Pero miró a los ojos preocupados de sus amigos y supo que debía ser valiente.

"¡Vamos a buscarla!", exclamó, intentando ocultar su inquietud.

Junto a Tico y otros amigos como Kira la tortuga y Rocco el loro, se adentraron en el territorio desconocido. Mientras cruzaban un río y trepaban laderas empinadas, encontraron varios obstáculos:

Primero, un gran charco de barro.

"¡Ayuda!", chilló Tico, asustado. "¿Cómo pasaremos esto?".

Luz pensó y dijo:

"¡Kira! Tú puedes nadar. Haz un camino para que atraviese el barro. Además, yo puedo dar la vuelta y empujar a Tico".

Así lo hicieron. Kira nadó hábilmente y al poco tiempo, lograron cruzar el charco.

Más adelante, encontraron una gran piedra bloqueando su camino. Rocco, que siempre tenía muchas ideas, sugirió:

"Podemos pedir ayuda a los elefantes. Ellos son muy fuertes".

Leona Luz asintió y juntos llamaron a los elefantes. Pronto llegaron, empujaron la piedra y despejaron el camino.

Cuando estaban a punto de dar la vuelta, se detuvieron al escuchar un canto lejano.

"Ese es el canto de la Guacamaya Arcoíris", dijo Rocco, volando alto para ver mejor. "Viene de aquel árbol enorme".

Emocionados, siguieron el sonido hasta que encontraron a la Guacamaya atrapada en unas ramas.

"¡Ayuda!", gritó la Guacamaya. "Me quedé atrapada mientras jugaba".

Luz, sintiendo que la valentía la invadía, dijo:

"¡No te preocupes, vamos a salvarte! Tico, usa tus brazos para aflojar las ramas. Kira, empuja desde abajo y Rocco, guía con tus alas".

Con trabajo en equipo, poco a poco lograron liberar a la Guacamaya.

"¡Gracias! Yo creía que no saldría de aquí nunca", dijo la Guacamaya agradecida. "Eran ustedes quienes tenían que cuidar la selva y lo han hecho muy bien".

Mientras regresaban, Leona Luz sintió una nueva chispa en su interior.

"Hoy fui valiente y mi corazón ya no tiene miedo", dijo.

Tico, Kira y Rocco sonrieron, sabían que habían encontrado a una gran amiga.

"No solo nosotros te necesitamos, sino que tú también eres muy valiente", dijo Tico.

Y así, Leona Luz aprendió que la verdadera valentía no es ausencia de miedo, sino actuar a pesar de él. Juntos, regresaron a casa llenos de aventuras y, sobre todo, una renovada amistad. De ahora en más, la selva ya no parecía tan aterradora, sino un lugar lleno de grandes recuerdos y valientes criaturas.

Y cada vez que el viento soplaba por el lago, Luz escuchaba el canto de la Guacamaya Arcoíris, recordando que, en equipo, podían enfrentar cualquier desafío.

FIN.

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