Leona Luz y la Selva Perdida



En un rincón brillante de la selva, donde los árboles susurraban historias y los ríos danzaban alegres, vivía una pequeña leona llamada Luz. A diferencia de sus amigos, Luz tenía un brillo especial en su pelaje que hacía que los demás la miraran con admiración. Pero Luz no solo era especial por su apariencia; su curiosidad la llevaba a explorar cada rincón de la selva.

Un día mientras exploraba, Luz se encontró con una sombra extraña en un callejón de árboles. La sombra parecía un lugar olvidado y abandonado. "¿Qué habrá en ese rincón?"- se preguntó Luz. Decidida a descubrirlo, se adentró en la misteriosa área.

Al poco tiempo, se dio cuenta de que había entrado en una parte de la selva que nadie había visitado en años. Era un lugar lleno de flores de colores brillantes, pero también de telarañas y hojas secas. "¡Hola! ¿Hay alguien aquí?"- llamó Luz, con un poco de miedo.

De repente, una tortuga vieja apareció. "¡Hola, pequeña leona! Soy Tiba, la guardiana de este lugar olvidado"-, dijo la tortuga con voz temblorosa.

"¿Por qué este lugar está tan desolado?"- preguntó Luz.

"La selva ha olvidado a este lugar porque todos han dejado de venir. Pero es un sitio mágico y lleno de historia. Si logras encender la Luz de la Amistad, todo volverá a brillar"-, explicó Tiba.

Luz, intrigada por el desafío, le preguntó cómo podía hacer eso.

"Debes invitar a tus amigos a venir, compartir tus historias y hacer que vuelvan a sentir la magia de esta selva"-, dijo Tiba. Luz se marchó rápidamente con la promesa de volver.

Al llegar a casa, Luz reunió a sus amigos: Max el mono, Rita la rana y Bino el loro. "Chicos, hay un lugar en la selva que necesita nuestra ayuda. ¿Podemos ir juntos a darle vida?"- propuso Luz entusiasmada.

"¡Vamos!"- exclamó Max, dando vueltas con alegría.

"¿Qué vamos a hacer?"- preguntó Rita.

"Contaremos historias de aventuras y jugaremos juntos. Eso encenderá la Luz de la Amistad"-, explicó Luz.

Así, todos se dirigieron al lugar olvidado. Cuando llegaron, Luz empezó a contarles sobre las maravillas que había visto. "Y había flores tan grandes que parecían sombrillas de colores. ¡Era increíble!"- dijo, mientras todos la escuchaban con atención.

Cada uno de sus amigos compartió una historia sobre sus propias aventuras en la selva, risas y juegos. Con cada relato, el aire alrededor de ellos comenzó a brillar.

"¡Miren!"-, gritó Bino. "Las flores están comenzando a moverse!"- Las flores comenzaron a abrirse y un suave brillo iluminó el lugar. Todo se iba llenando de alegría y magia.

"¡Lo estamos logrando!"-, exclamó Rita, mientras saltaba de felicidad.

De repente, un gran arco iris emergió en el cielo, llenando de color el rincón olvidado de la selva. La luz danzaba entre las hojas y los árboles se llenaron de vida, incluyendo a más animales curiosos que se acercaban atraídos por la alegría.

"Esto es maravilloso, Luz. A veces solo necesitamos recordar que un poco de amistad puede hacer la diferencia"-, dijo Tiba, sonriendo.

Desde ese día, el lugar olvidado se convirtió en un nuevo espacio donde todos los animales se reunían para contar sus historias y compartir risas. Luz había logrado encender la Luz de la Amistad y ahora los colores brillaban más que nunca.

Luz aprendió que la verdadera magia de la selva no solo está en los lugares, sino en la compañía de los amigos y en compartir momentos juntos. Y así, cada semana, Luz y sus amigos regresaban al rincón de la selva para celebrar la amistad.

Y así, la pequeña leona Luz nunca dejó de brillar, iluminando la selva con su luz, creando una aventura cada vez que contaba una historia o hacía reír a sus amigos. Desde aquel día, la selva nunca volvió a estar perdida, pues siempre habría luz donde hay amor y amistad.

FIN.

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