Leonardo y el Día de la Semana Inclusiva
Era un día fresco y soleado en la ciudad, y Leonardo, un niño de 12 años con una gran sonrisa, estaba que no podía más de la emoción. Hoy era el Día de la Semana Inclusiva, un evento especial en su escuela donde todos podían venir, sin importar sus diferencias, a compartir juegos, comida y risas. Leonardo había estado esperando esta fecha desde hacía semanas.
- ¡No puedo esperar a ver a todos mis amigos! - decía mientras se preparaba para salir.
- Recuerda, Leonardo - le dijo su mamá, sonriendo - no se trata solo de hacer nuevos amigos, también es una oportunidad para aprender sobre los demás.
- ¡Sí, mamá! - contestó él, mientras se ponía su camiseta favorita llena de colores. - ¿Te parece si llevamos algo rico para compartir?
Su mamá asintió con entusiasmo y ambos prepararon unas deliciosas galletas de chocolate. Al llegar a la escuela, Leonardo pudo ver que el patio estaba decorado con globos, pancartas y mesas llenas de comida. Niños de todas las partes y con diferentes estilos se estaban reuniendo, riendo y jugando.
- ¡Mirá, allá está Marco! - exclamó Leonardo al ver a su mejor amigo. Corrió hacia él, y luego de un cálido abrazo, Leonardo dijo: - Estoy re emocionado por este día. ¿Qué actividades pensás que vamos a hacer?
- ¡Espero que haya pintura! - respondió Marco, con ojos brillantes. - Pero lo más importante es conocer nuevos amigos.
Justo en ese momento, un grupo de chicos se acercó, y uno de ellos, de piel morena y cabello rizado, le sonrió a Leonardo y a Marco.
- ¡Hola! Soy Luca. ¿Puedo jugar con ustedes? - preguntó con timidez.
Leonardo lo miró emocionado.
- ¡Por supuesto! Yo soy Leonardo y él es Marco. Vamos a jugar a la búsqueda del tesoro. - respondió.
Los tres comenzaron a correr hacia el árbol más grande del patio, donde estaba la primera pista. Mientras buscaban, Leonardo notó que algunos chicos se sentaban solos, y eso le hizo reflexionar.
- Marco, deberíamos invitar a esos chicos a unirse, ¿no creés? - sugirió Leonardo.
- Sí, ¡buenísima idea! - dijo Marco.
Ambos se acercaron a un grupo donde había una niña con gafas y un niño que jugaba solo con un trompo.
- ¡Hey! - dijo Leonardo - ¿Quieren unirse a nosotros? Estamos armando un equipo para encontrar el tesoro.
La niña levantó la vista, sorprendida.
- Soy Ana, y él es Tomás. Me encantaría, pero no sé si puedo jugar bien... - respondió, algo insegura.
- No importa si no sabes jugar, lo importante es divertirse y pasarla bien. - comentó Marco, animándola.
Así fue como el equipo creció. Cuantos más chicos se unían, más grande se volvía la energía. Comenzaron a buscar las pistas de la búsqueda del tesoro, saltando, gritando y riendo juntos. Cada uno aportaba algo único al grupo.
Al terminar la búsqueda, se encontraron todos en la mesa de comida.
- ¡Esto fue increíble! - exclamó Luca.
- Sí, ¡y conocí a un montón de amigos nuevos! - agregó Ana, sonriendo ampliamente.
De repente, un maestro se acercó con un micrófono.
- Chicos, es hora del concurso de talentos. Si alguien quiere demostrar lo que sabe hacer, ¡es el momento!
Leonardo se sintió un poco nervioso pero luego miró a sus nuevos amigos. Sabía que había algo que los había unido: eran diferentes, pero juntos eran invencibles.
- ¡Vamos! Me voy a animar - dijo, decidido. - Voy a cantar una canción.
Todos lo aplaudieron y lo animaron. Fue el momento más increíble para Leonardo. Se subió al escenario y empezó a cantar su canción favorita. Cuando terminó, el patio estalló en aplausos.
- ¡Sos un genio! - gritó Marco, con orgullo.
Después de esa presentación, todos se sintieron motivados a mostrar lo que sabían hacer, desde contar chistes hasta realizar pequeños trucos de magia.
Al final del día, Leonardo, Marco, Luca, Ana y Tomás se reunieron para hacer una promesa.
- Seamos amigos siempre, no importa las diferencias. - dijo Leonardo.
- ¡Sí! - gritaron todos juntos. Y, en ese momento, la amistad que había crecido en un solo día parecía invencible.
Y así, el Día de la Semana Inclusiva terminó, no solo con risas y juegos, sino también con la semilla de nuevas amistades que florecerían más allá de esa fecha especial. Leonardo regresó a casa con alegría y muchas historias que contar.
- ¡Mamá! ¡Hoy hice muchos amigos! - exclamó cuando entró.
- ¡Qué bien, Leonardo! - respondió su mamá, abrazándolo. - Recuerda, lo importante es ser inclusivos y siempre buscar a los demás.
Leonardo sonrió, y su corazón se llenó de esperanza y alegría, listo para seguir haciendo más amigos en su camino.
FIN.