Leonel y la Gran Aventura del Fútbol
Era un día soleado en el barrio de La Esperanza, y todos los chicos estaban emocionados porque había un partido de fútbol organizado en la plaza. Entre ellos estaba Leonel, un niño de diez años que nunca había jugado al fútbol. Siempre había tenido miedo de no ser lo suficientemente bueno.
Cuando Leonel llegó, vio a sus amigos jugando y riendo. Su amigo Tomás le gritó:
"¡Leonel! ¡Ven a jugar! Vamos a hacer dos equipos. ¡Va a ser genial!"
Leonel dudó. No quería parecer torpe frente a todos. Así que contestó timidamente:
"No sé jugar muy bien..."
Pero Ana, que estaba al lado de Tomás, le dijo con una sonrisa:
"No importa, lo más importante es divertirnos. ¡Aprenderás jugando!"
Finalmente, Leonel se decidió. Se unió al partido y tomó lugar en uno de los equipos. El partido comenzó y al principio, todo parecía complicado. Cada vez que le pasaban la pelota, se ponía nervioso. Un par de veces casi se cae y sus amigos se reían, pero no de manera burlona, sino de manera amigable.
"¡Vamos Leonel! ¡No te rindas!"
A medida que pasaba el tiempo, Leonel comenzó a relajarse un poco. Su amigo Lucas, que era muy bueno en el fútbol, se le acercó.
"Mirá, si te lo explico un poco, vas a entender. Cuando te pase la pelota, solo tenés que empujarla hacia adelante con el pie. ¡Es fácil!"
Con los consejos de Lucas, Leonel se sintió más confiado. En un momento, logró recibir la pelota y, en un acto de pura intuición, pateó hacia el arco. ¡La pelota entró!"¡Gooool!" gritaron todos sus amigos.
Leonel no podía creerlo. Había hecho un gol. El sentimiento de alegría lo invadió. Aunque seguía nervioso, se dio cuenta de que podía divertirse y aprender al mismo tiempo.
Al rato, un niño nuevo en el barrio, llamado Emiliano, llegó al campo y se unió al juego. Pero Emiliano era alto y rápido, y todos notaron que era muy bueno. Los chicos comenzaron a murmurar de a poco:
FIN.