Leyla y el Gran Competencia de Baile



Era un día soleado en Gandia. Leyla, una niña de 5 años con una sonrisa resplandeciente, despertó soñando con un nuevo espectáculo de baile. Su abuelo, la abuela Isabel, la llenó de abrazos mientras preparaban el desayuno.

"¿Te acordás que hoy es el día del Gran Competencia de Baile en el cole?" - le preguntó Isabel mientras le servía su tostada favorita.

"¡Sí, abuela! ¡Estoy muy emocionada! Voy a bailar funky y ballet, ¡toda la escuela va a aplaudir!" - exclamó Leyla, moviendo sus bracitos como si ya estuviera en el escenario.

Al llegar al colegio, Leyla vio a sus amigos ensayar sus coreografías. Algunos estaban practicando hip-hop, otros ya lucían sus tutús. El ambiente era de pura alegría, ¡todos estaban listos para impresionar!"¡Vamos, Leyla, no te quedes ahí!" - gritó su amigo Lucas, mientras trataba de imitar sus movimientos de ballet.

"¡Sí! ¡Miren lo que puedo hacer!" - desafió Leyla girando con un salto en el aire.

Después del recreo, la maestra anunció las reglas del concurso. Leyla sintió mariposas en el estómago, pero se sintió optimista cuando pensó en su abuelo.

"Si ganas, tengo una sorpresa especial para vos. ¡Un paseo a caballo por la playa!" - le había prometido su papá esa mañana.

Llegó el momento de las presentaciones. Leyla, con su vestido de ballet rosa y zapatillas brillantes, se paró en el escenario. Miró a su abuela sentada en la primera fila, sonriendo con orgullo.

"Voy a hacer que mi abuela se sienta feliz" - pensó Leyla, antes de perderse en la música.

Sin embargo, cuando comenzó a bailar, el micrófono se apagó de repente. Un murmullo recorrió el auditorio. Leyla sintió que se le caían los mundos, pero entonces recordó lo que su abuela siempre le decía.

"Leyla, si algo se complica, simplemente bailá con el corazón. La música está dentro tuyo".

Con ese aliento de valor, comenzó a improvisar un baile funky, combinando sus saltos de ballet con movimientos libres. La audiencia, sorprendida, comenzó a aplaudir cada vez más fuerte.

"¡Eso es! ¡Así se hace!" - gritó una de sus compañeras desde las primeras filas.

Cuando terminó, el aplauso de todos fue ensordecedor. Leyla sonrió, no solo porque había bailado con todo su corazón, sino porque había convertido un momento difícil en algo hermoso.

Al final del concurso, el jurado deliberó. Pero mientras esperaban, Leyla escuchó a unos de sus amigos.

"¿Quién va a ganar?" - le preguntó uno con curiosidad.

"No importa, yo solo quiero bailar..." - respondió Leyla, sintiéndose satisfecha.

Finalmente, la maestra subió al escenario con un trofeo en la mano.

"Hoy hemos visto mucho talento, pero hay que reconocer que Leyla hizo algo inesperado y hermoso cuando tuvo un obstáculo. Leyla, ven aquí por favor. ¡Hoy ganaste el primer lugar!"

"¡Yay!" - gritó Leyla, corriendo a abrazar a su abuela.

"¡Lo hiciste, mi amor!" - dijo Isabel, con lágrimas de alegría.

Después de la entrega de premios, Leyla salió de la escuela un poco deslumbrada. Sabía que le esperaban sorpresas en casa.

"Papá, ¿me llevás a pasear a caballo?" - le preguntó emocionada.

"¡Por supuesto, campeona!" - respondió su padre, sonriendo de oreja a oreja.

Mientras se dirigían a la playa, Leyla sintió que el día no podía terminar mejor. Con aires de victoria y el corazón lleno de felicidad, sabía que tenía la mejor familia del mundo.

"Hoy aprendí una lección importante", se dijo a sí misma.

"Siempre hay que seguir bailando, incluso cuando las cosas no salen como uno espera. Y siempre hay que escuchar a quienes nos quieren".

Y así, Leyla bailó, rió y disfrutó cada momento en la playa junto a su papá y su abuela, creando recuerdos que nunca olvidaría. La vida, como ella lo sabía, era una danza linda, llena de sorpresas y amor.

FIN.

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