Lía, Tomás y el Misterio del Lenguaje
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, dos amigos inseparables: Lía, una niña curiosa y valiente, y Tomás, un niño tranquilo y sabio.
Ambos siempre jugaban juntos y compartían muchas aventuras, pero había algo que los diferenciaba: Lía no entendía bien el concepto del "¿por qué?".
nnUn día, mientras exploraban un bosque cercano, Lía le preguntó a Tomás: n"¿Por qué los árboles son tan altos?" nTomás respondió pensativo: n"Porque necesitan alcanzar la luz del sol para crecer fuertes y grandes. Pero, ¿por qué lo preguntas?" nLía frunció el ceño: n"No sé, a veces me da curiosidad. Pero no entiendo bien por qué las cosas son así."
nnTomás, tratando de ayudar a su amiga, le propuso: n"¿Qué te parece si en lugar de quedarnos con la curiosidad, buscamos las respuestas juntas?" nLía sonrió: n"¡Eso suena genial!" nnAsí fue como comenzaron su aventura en busca de respuestas.
Se dirigieron al viejo roble en el centro del bosque, conocido por ser el más sabio de todos.
Al llegar, Lía se acercó y le preguntó: n"Señor Roble, ¿por qué los árboles son tan altos?" nEl roble dejó caer unas hojas y respondió con voz profunda: n"Porque buscar la luz es esencial para la vida. Pero hay más que aprender.
¿Por qué no le preguntas a tus amigos animales?" nnLía y Tomás, intrigados por el consejo del roble, decidieron buscar a sus amigos del bosque. Primero encontraron a una ardilla juguetona. n"Hola, ardilla.
¿Por qué saltas de rama en rama?" nLa ardilla contestó rápidamente: n"Salto para jugar y para escapar de los peligros. Cada saltito me ayuda a vivir más feliz." nnLuego se encontraron con un búho sabio que dormitaba en una rama.
n"Señor Búho, ¿por qué despierta de noche?" nEl búho, con un guiño, respondió: n"Porque la noche es mi tiempo. Así puedo ver mejor y cazar. Es cuestión de adaptarse a lo que se necesita." nnLía, asombrada, reflexionó: n"Cada criatura tiene su razón de ser.
Cada uno se adapta a su entorno..." nTomás añadió: n"Ahora lo veo. No solo es cuestión de los árboles, sino de todo en la naturaleza. Hay un porque detrás de cada acción."
nnCuando regresaron junto al roble, Lía se sintió emocionada: n"¡Señor Roble! Cada ser tiene su por qué y su forma de adaptarse. ¡Eso significa que hay tantas historias por descubrir!" nEl roble sonrió: n"Exactamente, Lía.
Aceptar la curiosidad es empezar a entender el mundo que te rodea. Recuerda, nunca dejes de hacer preguntas." nnDesde ese día, Lía comenzó a notar más cosas a su alrededor. Ya no tenía miedo de no entender, sino que agradecía cada momento de aprendizaje.
Un día, mientras caminaban hacia la montaña, Lía le dijo a Tomás: n"Tomás, gracias por ayudarme a encontrar respuestas. Cada pregunta es un nuevo camino por descubrir.”
nÉl sonrió: n- “Y gracias a vos, Lía, porque ser curiosa es lo que nos lleva a aprender y crecer juntos.”
nnAsí, Lía y Tomás continuaron con su amistad, llenos de curiosidad y sabiduría, dispuestos a explorar cada rincón del mundo que los rodeaba, sin olvidar el poder de preguntar y descubrir. Y así, de pequeñas preguntas, se fueron tejiendo grandes aventuras, llenas de aprendizajes y risas, en el encantado pueblo de las montañas.
FIN.