Lia y el Bosque de los Sueños



Era una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Lia que soñaba con aventuras espectaculares. Un día, mientras exploraba cerca del río, encontró una puerta brillante escondida entre las flores. Sin pensarlo dos veces, decidió abrirla y se encontró en el Bosque de los Sueños, un lugar lleno de colores vibrantes y criaturas mágicas.

En su camino, Lia conoció a un pequeño dragón llamado Flama.

"Hola, soy Flama. ¿Eres nueva por aquí?" - preguntó el dragón con entusiasmo.

"Sí, me llamo Lia. Este lugar es increíble", respondió Lia, maravillada por el paisaje.

Flama la llevó a conocer a sus amigos: una ardilla chispeante llamada Chispita y una tortuga sabia llamada Sabio. Juntos, formaron un grupo inseparable y empezaron a explorar.

Un día, mientras navegaban por un río de burbujas, escucharon un grito de auxilio. Era una pequeña hada atrapada en una red.

"¡Ayuda! No puedo salir!" - lloraba el hada.

"No te preocupes, te rescatamos!" - exclamó Lia.

Chispita, ágil y rápida, trepó por la red y comenzó a morderla con sus dientes afilados. Lia y Flama la animaban desde abajo.

"Vamos, Chispita! ¡Tú podés!" - gritó Flama, revoloteando a su alrededor.

Finalmente, la ardilla logró liberar al hada. Con un brillo en sus ojos, el hada les sonrió y dijo:

"Gracias, valientes amigos. Les debo una. Pueden pedir un deseo!"

Lia pensó por un momento y decidió pedir algo especial.

"Quiero que todos los niños del mundo puedan conocer este lugar mágico, lo que significa que todos podrán soñar y aventurarse".

El hada, conmovida por su deseo, movió su varita y, en un abrir y cerrar de ojos, llenó el bosque de portales dorados.

"¡Listo! Cada niño que desee un aventura puede venir aquí" - anunció el hada.

Todos estaban felices, pero Lia se dio cuenta de algo importante:

"¿Y si no todos los niños pueden encontrar la puerta?" - preguntó.

El hada sonrió y respondió:

"Tienes razón, Lia. Pero cada uno puede buscar su propia aventura, donde quiera que esté. A veces, las puertas están en nuestras mentes y corazones. Solo necesitamos abrirlas con creatividad y valentía".

Los amigos decidieron que debían contar sus historias de aventuras a los demás niños del pueblo, para inspirarlos a explorar su imaginación y encontrar sus propias puertas mágicas.

Después de muchas peripecias en el Bosque de los Sueños, Lia regresó al pueblo con sus amigos. Desde ese día, empezaron a reunirse con otros niños para narrar sus aventuras, y todos comenzaron a crear sus propios mundos imaginarios.

Lia aprendió que la verdadera magia no solo estaba en el Bosque de los Sueños, sino dentro de cada uno de nosotros. Con un corazón valiente y una mente abierta, podíamos encontrar aventuras incluso en los lugares más cotidianos.

Y así, Lia se convirtió en la narradora de su pueblo, enseñando a todos que la imaginación no tiene límites. Con simpleza y amor, inspiró a muchos a creer en sus sueños.

Reflection: Así es como a veces las aventuras más grandes comienzan en nuestro propio hogar, cada historia que contamos puede ser un puente hacia un nuevo mundo. ¿Qué aventuras estás esperando vivir hoy?

FIN.

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