Lía y el Festival de la Alegría



Era una soleada mañana en el pequeño pueblo de Alegría, donde vivía Lía, una niña hermosa con grandes ojos brillantes y una sonrisa que iluminaba su rostro. Lía era conocida en todo el pueblo por su increíble talento para bailar y cantar. Cada tarde, al regresar de la escuela, ponía su música favorita y se dejaba llevar por el ritmo, moviendo sus pies con gracia y su voz dulce llenando el aire.

Sus papás, Mateo y Clara, la amaban con locura y siempre se unían a las canciones y los bailes.

"¡Lía! ¡Ven a bailar con nosotros!" - decía Mateo, mientras Clara ponía una melodía alegre en el radio.

"¡Sí, vamos! ¡Un, dos, tres, a mover los pies!" - respondía Clara sonriente.

Un día, el pueblo anunció que se llevaría a cabo un gran Festival de la Alegría, donde todos los niños podían participar con un número de baile o canto. La noticia emocionó a Lía.

"¡Mamá, papá! ¡Quiero participar!" - exclamó Lía con entusiasmo.

"¡Claro que sí, princesa! ¿Qué vas a preparar?" - preguntó Clara, mirando a su hija con cariño.

"Voy a cantar mi canción favorita y a hacer una coreografía con mis mejores pasos de baile" - dijo Lía, saltando de alegría.

Lía comenzó a ensayar cada día. Se pasaba horas frente al espejo, practicando su canción y perfeccionando su baile. Sus papás la apoyaban y se unían a ella, pero un día, mientras ensayaba, Lía se dio cuenta que había un salto particularmente difícil en su coreografía.

"¡No puedo hacerlo! No soy buena en esto" - dijo Lía, frustrada.

"Claro que podés, Lía. Todo el mundo tiene desafíos. Lo importante es no rendirse y seguir intentando" - le dijo Clara.

Con esas palabras en mente, Lía decidió no dejarse vencer. Practicó una y otra vez, y poco a poco, el salto comenzó a salir mejor. Una semana pasó volando y llegó el día del festival.

El parque estaba lleno de niños, risas y colores. Lía miró con nerviosismo cuando llegó su turno de presentarse. Subió al escenario, miró a sus papás entre la multitud y sonrió. Comenzó a cantar y a bailar con todo su corazón.

Y entonces, justo cuando llegó el momento del salto, Lía lo hizo con toda su energía, y ¡sorpresa! ¡Lo logró!

La multitud aplaudió con alegría y Lía sintió una ola de felicidad recorrerla.

Al finalizar su actuación, las sonrisas de sus papás la llenaron de orgullo.

"¡Lo hiciste, Lía! ¡Eras increíble!" - gritó Mateo mientras la abrazaba.

"¡Aplausos, aplausos! Eres una estrella" - añadió Clara, emocionada.

Después de un día lleno de diversión y risas, Lía entendió que, con amor, esfuerzo y el apoyo de sus papás, podía superar cualquier desafío.

El festival terminó, pero la historia de Lía apenas comenzaba. A partir de ese día, Lía no solo bailaría y cantaría, sino que también inspiraría a otros niños a seguir sus sueños, porque en Alegría, todos podían ser estrellas.

Y así, Lía siguió brillando, en el escenario y en la vida, siempre recordando que lo más importante era disfrutar cada paso de su camino.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!