Lía y el Misterio de las Estrellas
En un pequeño pueblo de la región andina, rodeado de montañas y ríos, vivía una niña llamada Lía. Tenía el cabello oscuro y los ojos llenos de curiosidad. Lía era conocida por hacer preguntas sobre todo lo que veía.
Un día, mientras caminaba por el bosque, vio algo brillante entre los árboles.
"¿Qué es eso tan brillante?" - se preguntó Lía. "Quizás sea una estrella caída. ¡Necesito investigar!"
Siguió el destello hasta encontrar una pequeña esfera de cristal que reflejaba la luz del sol. Al tocarla, la esfera comenzó a brillar aún más. Lía sintió una oleada de energía.
"¿Dónde estás?" - preguntó.
La esfera emitió un suave brillo y una voz melodiosa respondió,
"Soy Astra, la guardiana de las estrellas."
"¿Por qué estás aquí?" - Lía exclamó, maravillada.
"He venido a buscar a alguien curioso como tú. Necesito tu ayuda para resolver un misterio en el cielo. Las estrellas han perdido su brillo porque un malvado nubesombra las ha atrapado. Si no hacemos algo, pronto no habrá más luz en la noche."
Lía sintió un escalofrío. "¿Qué tengo que hacer?" - preguntó valiente.
"Debes viajar hasta la montaña más alta y encontrar el Corazón de la Noche. Solo él puede liberar a las estrellas. Pero ten cuidado, hay obstáculos en el camino."
Sin pensarlo dos veces, Lía aceptó la misión. Con Astra guiando su camino, comenzaron a escalar la montaña. Pero en el camino, se encontraron con el nubesombra.
"No podrán pasar, yo soy el rey de la oscuridad. ¡Las estrellas jamás volverán a brillar!" - retumbó la voz del nubesombra.
Lía sintió miedo, pero recordó el brillo de la esfera en sus manos. "No tienes por qué ser así. Las estrellas iluminan nuestro mundo. ¿Por qué no puedes dejarlas libres?" - gritó Lía con valentía.
El nubesombra se detuvo, sorprendido por la audacia de la niña. "¿Estrellas? No veo su brillo. Solo veo oscuridad y frío. ¡Háganme ver!" - exclamó.
Lía pensó rápido. "¿Cómo puedes ver la luz si vives en la sombra? Debes liberar lo bueno en ti para poder ver el brillo. Dame una oportunidad. ¡Acompáñame al Corazón de la Noche!"
El nubesombra dudó, pero al ver la determinación de Lía, aceptó.
Así, los tres continuaron su viaje. Cuando llegaron al Corazón de la Noche, Lía lo tocó con la esfera de cristal. Una luz centelleante emergió y envolvió a todos.
"¿Ves? Las estrellas son parte de ti también," - dijo Lía.
Los colores comenzaron a brillar y el nubesombra sintió una calidez en su interior.
"¡Lo siento! Siempre pensé que estaba destinado a ser oscuro," - dijo, mientras su figura comenzaba a brillar con suavidad.
A medida que el nubesombra absorbía la luz, las estrellas en el cielo comenzaron a brillar nuevamente, más fuertes que nunca.
"¡Lo lograste!" - celebró Astra. "¡Ahora, el cielo volverá a ser brillante y hermoso gracias a tu valentía, Lía!"
De regreso al pueblo, Lía se despidió de Astra y del nubesombra, quien ahora era un amigo que prometió cuidar el viaje de las estrellas. El pueblo iluminado por la luz de las estrellas celebró la valentía y curiosidad de Lía.
Lía aprendió que la curiosidad puede llevarte a aventuras maravillosas y que incluso en la oscuridad, siempre hay un rayo de luz esperando ser descubierto.
Desde ese día, cada noche, al mirar al cielo, Lía sonreía al ver las estrellas brillando y a su nuevo amigo cuidando el universo.
FIN.