Lidia y el poder de la bondad



Había una vez en el CEIA (Centro de Educación Infantil y Adolescente), una niña llamada Lidia. Lidia era una niña muy dulce y amable, siempre dispuesta a ayudar a sus compañeros.

Pero en el mismo CEIA también había tres hermanas malvadas: Camila, Sofía y Valentina. Estas tres hermanas eran conocidas por ser traviesas y hacerle la vida imposible a los demás niños del colegio. Siempre buscaban la manera de molestarlos y hacerles sentir mal.

Un día, decidieron que Lidia sería su próxima víctima. Un lunes por la mañana, las hermanas malvadas se acercaron a Lidia mientras ella jugaba en el patio del colegio.

"¡Ey, Lidia! ¿Sabes qué? Eres tan tonta que no puedes ni atarte los cordones de tus zapatos", se burló Camila. Lidia se sintió triste por las palabras de Camila, pero decidió no dejarse llevar por la negatividad.

Con determinación, respondió: "No importa si no puedo atarme los cordones ahora mismo, estoy segura de que algún día lo lograré". Las hermanas malvadas se quedaron sorprendidas por la respuesta positiva de Lidia y buscaron otra forma de molestarla.

Al día siguiente, durante una clase de matemáticas, Sofía le susurró al oído a Valentina: "Vamos a hacerle creer a Lidia que es terriblemente mala con los números". Valentina asintió con una sonrisa maliciosa y luego levantó la mano para responder una pregunta difícil del profesor. "La respuesta es 54", dijo Lidia tímidamente.

"¡Eso es incorrecto, Lidia! ¡Eres la peor en matemáticas!", exclamó Valentina con una risita cruel. Lidia sintió cómo las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos, pero decidió no dejarse vencer.

Se levantó de su asiento y se dirigió al pizarrón. Con seguridad, escribió la operación correcta y explicó cómo se llegaba a ese resultado. El profesor quedó impresionado por el conocimiento matemático de Lidia y felicitó su valentía para corregir a Valentina.

Las hermanas malvadas se quedaron sin palabras ante la inteligencia y determinación de Lidia. A partir de ese día, las hermanas malvadas del CEIA comenzaron a darse cuenta de que no podían hacerle daño a Lidia.

Su actitud positiva y su capacidad para superar los obstáculos les demostraba que no podría ser víctima de sus burlas. Poco a poco, Camila, Sofía y Valentina empezaron a cambiar su comportamiento.

Vieron en Lidia un ejemplo a seguir: alguien amable, respetuoso y siempre dispuesto a ayudar. Decidieron dejar atrás su maldad y convertirse en mejores personas. Con el tiempo, las hermanas malvadas del CEIA se convirtieron en grandes amigas de Lidia.

Juntas aprendieron el valor de la empatía, la amistad verdadera y el poder transformador que tiene una actitud positiva frente a los desafíos diarios. Y así fue como esta historia termina con un final feliz.

Lidia y las hermanas malvadas del CEIA aprendieron que no importa cuán difíciles sean las circunstancias, siempre hay una manera de superarlas y convertirse en mejores personas. Y a partir de ese momento, el CEIA se convirtió en un lugar lleno de amistad, respeto y amor.

FIN.

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