Lila y el sueño futbolero


Lila era una niña muy especial. A pesar de tener solo 3 años, sabía lo que le gustaba y no tenía miedo de expresarlo.

A diferencia de otras niñas de su edad, a Lila le encantaba comer raclette y Fondue, dos platos típicos suizos que su mamá había aprendido a hacer durante un viaje.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Lila vio a unos niños jugando al fútbol y se acercó para ver qué estaban haciendo. Al principio estaba un poco tímida, pero después se animó y comenzó a jugar con ellos. "¡Oye! ¡Eres buena!"- dijo uno de los niños sorprendidos. —"Gracias" - respondió Lila sonriendo "Me gusta mucho el fútbol".

Desde ese momento, Lila no dejó de jugar al fútbol en el parque todos los días. A veces ganaba y otras perdía, pero siempre disfrutaba del juego.

Un día mientras estaba en la casa preparando la cena con su mamá, decidió preguntarle por qué las niñas no podían jugar al fútbol profesionalmente como lo hacían los chicos. "Bueno hija", respondió su mamá,"hay muchas razones por las cuales todavía hay menos mujeres futbolistas profesionales que hombres.

Pero eso no significa que tú no puedas ser una gran futbolista si quieres". Lila escuchó atentamente las palabras de su mamá y comenzó a soñar con ser una gran futbolista algún día.

Pero un día todo cambió cuando la familia tuvo que mudarse repentinamente debido al trabajo del padre. La nueva ciudad era muy diferente a la anterior y Lila se sintió un poco triste al principio. "¿Qué pasa, mi amor?"- preguntó su mamá preocupada.

"Extraño a mis amigos y el parque donde jugábamos al fútbol"- respondió Lila con lágrimas en los ojos. Entonces, su mamá tuvo una idea. Decidió buscar un equipo de fútbol para niños en la nueva ciudad y llevar a Lila a entrenar allí.

Al principio, Lila estaba nerviosa por conocer nuevos amigos y jugar en un equipo diferente, pero pronto se dio cuenta de que podía hacerlo. Con cada entrenamiento, Lila mejoraba más y más.

Aprendió nuevas técnicas de juego y ganó muchos amigos nuevos. Finalmente llegó el día del gran partido contra otro equipo local. El estadio estaba lleno de gente animando a sus equipos favoritos. Lila estaba nerviosa pero emocionada.

Cuando comenzó el partido, ella jugó como nunca antes lo había hecho. Corrió detrás del balón como una leona persiguiendo su presa e hizo algunos pases increíbles que dejaron boquiabiertos a sus compañeros de equipo.

Al final del partido, aunque no habían ganado, todos estaban orgullosos del esfuerzo que habían hecho juntos como equipo. "¡Eres genial!"- dijo uno de los chicos después del partido "No puedo creer que seas tan buena siendo solo una niña".

Lila sonrió feliz por dentro sabiendo que lo único importante era seguir haciendo lo que amaba sin importar lo que dijeran los demás. A partir de ese día, Lila siguió practicando fútbol con pasión y dedicación, sabiendo que podía lograr cualquier cosa que se propusiera.

Y aunque no sabía lo que el futuro le deparaba, estaba segura de una cosa: siempre seguiría siendo fiel a sí misma y nunca dejaría de perseguir sus sueños.

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