Lila y Zog
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivía una niña llamada Lila. Tenía una imaginación desbordante y pasaba sus días explorando los secretos de la naturaleza. Un día, mientras paseaba por el bosque, escuchó un extraño ruido proveniente de un claro. Intrigada, se acercó y, para su asombro, encontró una nave espacial color verde brillante.
De la nave salió un ser de otro mundo: era un alienígena con grandes ojos morados, piel azulada y una sonrisa amistosa.
"¡Hola! Soy Zog, del planeta Zorblax. ¿Y tú?" - dijo el alienígena.
"¡Hola! Soy Lila. ¿Qué haces aquí?" - preguntó la niña, llena de curiosidad.
Zog le explicó que había venido a la Tierra en una misión de exploración. Sin embargo, su nave había tenido un pequeño problema y necesitaba ayuda para repararla. Lila, emocionada por la aventura y dispuesta a ayudar a su nuevo amigo, aceptó.
"Vamos a buscar materiales para arreglarla. ¿Dónde podemos encontrar cosas útiles?" - sugirió Lila.
"Tengo una lista intergaláctica. ¿Qué tal si vamos al río y vemos qué encontramos?" - respondió Zog, sacando una tablet de su bolsillo que mostraba extraños símbolos.
A lo largo de su búsqueda, Lila y Zog compartieron risas y historias. Lila le contó a Zog sobre las maravillas de su mundo, como el arcoíris, los gatos y el chocolate. Por otro lado, Zog le habló sobre su planeta, donde los árboles flotan y los ríos brillan de colores.
Mientras recolectaban materiales, Lila se sorprendió al ver que los objetos que Zog necesitaba eran cosas que nunca habría imaginado.
"¿Por qué necesitas hojas secas y piedras brillantes?" - preguntó Lila, un poco confundida.
"¡Ah! En Zorblax, cada material tiene propiedades especiales. Las hojas secas sirven para que mi nave vuele con energía solar, y las piedras brillantes son combustibles para el viaje intergaláctico." - explicó Zog.
Lila comenzó a darse cuenta de que cada pequeño objeto en su mundo tenía una función, y eso la hizo valorar aún más lo que antes consideraba simple.
Finalmente, lograron juntar todo lo que Zog necesitaba y se dirigieron a la nave. Cuando comenzaron a trabajar juntos en la reparación, una tormenta inesperada apareció de la nada.
"¡Zog! Hay que entrar a la nave, ¡está lloviendo muy fuerte!" - gritó Lila.
"No podemos dejar que se mojen los materiales. ¡Rápido, ayúdame a cubrirlos!" - respondió Zog, preocupado.
Ambos se esforzaron por cubrir los materiales mientras la lluvia arremetía con fuerza. En medio del aguacero, Lila se dio cuenta de que, a pesar del miedo, estaban juntos.
"Zog, ¿qué pasará si no logramos arreglar tu nave?" - le preguntó, mirando al cielo oscuro.
"No importa, Lila. ¡Lo que importa es que tengo una amiga!" - respondió Zog con una sonrisa. Al escuchar esas palabras, el corazón de Lila se llenó de calidez.
Cuando la tormenta pasó, lograron terminar la reparación.
"¡Funciona!" - gritó Zog, saltando de alegría. "¡Gracias, Lila! ¡Eres una amiga increíble!"
"Yo también me siento afortunada. ¡Ahora podrás volver a tu planeta!" - exclamó emocionada.
Con un último abrazo, Zog subió a su nave. Al encenderla, el cielo se iluminó con colores vibrantes.
"Siempre recordaré la Tierra y nuestra amistad. ¡Nunca dejes de explorar!" - gritó Zog mientras la nave comenzaba a elevarse.
"¡Yo tampoco lo haré! ¡Hasta luego, Zog!" - respondió Lila, con lágrimas de felicidad en los ojos.
Y así, mientras la nave se perdía entre las estrellas, Lila entendió que la amistad puede cruzar fronteras y que siempre hay algo nuevo por aprender en cada rincón de su mundo.
FIN.