Lilian y Gael en el Polo Norte



Era la víspera de Navidad y Lilian y Gael, dos amigos inseparables, estaban emocionados por la llegada de las fiestas. Mientras decoraban el árbol de Navidad en casa de Lilian, comenzaron a soñar en voz alta.

"¿No sería genial ir al Polo Norte y conocer a Santa Claus?", dijo Lilian con los ojos brillando de emoción.

"Sí, pero es tan lejos. Solo es un sueño", respondió Gael con una sonrisa, pero también con un toque de realidad.

Justo en ese momento, una estrella fugaz surcó el cielo. Ambos se quedaron boquiabiertos.

"¿Viste eso?", exclamó Gael.

"Sí, ¡hagamos un deseo!" dijo Lilian.

Con el deseo en sus corazones, decidieron hacer un pequeño juego: construir una máquina voladora con cartón, cuerda y cualquier cosa que encontraran en el garaje de la casa de Lilian. Después de varias horas de trabajo en equipo, su invento estaba listo para probarlo.

"No sé si funcionará, pero ¿quién no intenta volar al Polo Norte?", dijo Gael.

Lilian sonrió, decidida a hacer todo lo posible. Y después de un par de lanzamientos fallidos, tomaron una bocanada de aire y dijeron:

"¡A volar!"

De repente, su máquina se iluminó y, contra todo pronóstico, comenzó a elevarse, llevándolos en un viaje encantador hacia el Polo Norte. La tierra pasó de ser un manjar de colores a un paisaje blanco, junto a un cielo despejado de estrellas.

Finalmente, aterrizaron suavemente en un claro cubierto de nieve.

"¡Lo logramos! ¡Estamos en el Polo Norte!" gritó Lilian.

"No puedo creerlo, ¡directo a la casa de Santa Claus!", respondió Gael, corriendo emocionado.

Caminaron entre los árboles cubiertos de un polvo blanco y cristalino. Mientras avanzaban, notaron un sonido de risas y jolgorio a lo lejos. Sigilosamente se acercaron y lo que vieron los dejó sorprendidos: un grupo de duendes estaba fabricando juguetes.

"¿Podemos ayudar?", preguntó Lilian.

Los duendes se detuvieron y miraron a los niños con curiosidad.

"¡Claro que sí! En esta época necesitamos toda la ayuda que podamos", dijo uno de los duendes, que llevaba un gorro rojo brillante.

Así, Gael y Lilian se unieron a la alegría de los duendes. Trabajaron durante horas, ensamblando juguetes y pintando muñecos de nieve. Cada vez que un duende terminaba un juguete, lo colocaba en una gran bolsa que decía: 'Para Niños del Mundo'.

Mientras trabajaban, Lilian se dio cuenta de que había un problema.

"El tallador de juguetes se quedó sin su herramienta favorita. Sin ella no podemos terminar los juguetes a tiempo para la entrega de Navidad!"

Inmediatamente, Gael tuvo una idea.

"¿Y si mezclamos nuestras herramientas en una máquina? Así podemos tallar más rápido!"

Unidos desperdiciaron toda la energía y creatividad que habían acumulado en su viaje para crear una nueva herramienta. Usaron cilindros, trozos de madera y todo lo que pudieron encontrar.

Después de mucho trabajo y esfuerzo, la máquina estaba lista. Los duendes comenzaron a usarla y, para su sorpresa, ¡funcionó perfectamente!"Gracias, niños!", exclamó el duende líder.

Finalmente, cuando todo estuvo listo, llegó el momento más esperado. Santa Claus apareció con su gran barriga y su barba blanca.

"¿Quiénes son estos valientes ayudantes?", sonrió Santa mientras observaba el área llena de juguetes.

"Nosotros soñamos con conocerte y ayudar a hacer estos juguetes", respondió Gael.

"Pero el mejor regalo no son los juguetes, sino la amistad y la colaboración. Ustedes nos enseñaron lo que significa trabajar en equipo" dijo Santa, sonriendo.

"Esa es la magia de la Navidad", agregó Lilian con un guiño.

Después de un día lleno de aventuras y risas, Santa les ofreció llevarlos de vuelta a casa en su trineo. Mientras volaban sobre el mundo, Lilian y Gael se dieron cuenta de que los sueños, cuando se persiguen con pasión, pueden llevar a lugares mágicos.

Una vez de vuelta en casa, aterrizaron justo a tiempo para despertar en la mañana de Navidad, con el aroma de galletas recién horneadas y el sonido de risas en la casa.

"¿Fue un sueño?", preguntó Gael.

"No lo sé, pero lo viví y eso es lo importante", respondió Lilian.

Desde aquel día, Lilian y Gael aprendieron que los sueños pueden hacerse realidad y que, a veces, la verdadera magia de la Navidad es ayudar a los demás y fomentar la amistad. Y cada vez que miraban al cielo en Navidad, recordaban su viaje al Polo Norte, donde la amistad y la colaboración fueron el mejor regalo de todos.

Así terminó su aventura, pero el recuerdo de la magia del Polo Norte siempre quedó en sus corazones.

FIN.

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