Lily y la magia de la amistad
Érase una vez una niña llamada Lily, quien vivía en un maravilloso pueblito rodeado de flores y árboles frutales. Lily era conocida por ser muy amable, siempre estaba dispuesta a ayudar a sus compañeros y su risa iluminaba cada rincón.
Sin embargo, había otra niña en el pueblo llamada Sofía. Sofía no era tan amable como Lily; a menudo se burlaba de los demás y prefería estar sola. A veces, sus comentarios hirientes lastimaban a otros niños y nadie quería jugar con ella.
Un día, mientras Lily estaba en el parque jugando con sus amigos, notó que Sofía se sentaba solitaria en una banca. Intrigada, Lily se acercó lentamente.
"Hola, Sofía. ¿Por qué no vienes a jugar con nosotros?" - dijo Lily con una sonrisa.
Sofía frunció el ceño y respondió: "No lo necesito, no soy como ustedes."
Lily, en vez de desanimarse, decidió compartir un poco de su mundo con Sofía. "Podés serlo si querés. Todos merecemos un momento de felicidad. Mira, estamos jugando a las escondidas. ¿Te gustaría intentarlo?"
Sofía se quedó en silencio por un momento. A pesar de su actitud, había algo en la expresión amable de Lily que la conmovió. "Bueno, tal vez un rato no me haría mal..." - murmuró.
Así, Sofía se unió al juego. Al principio, estaba un poco torpe, pero Lily y sus amigos la animaron con palabras de aliento cada vez que Sofía encontraba un escondite. Rápidamente, ella comenzó a sonreír y a soltarse, disfrutando de la compañía.
Después de jugar, todos se sentaron en el césped para descansar. Sofía, con una chispa de curiosidad, le preguntó a Lily: "¿Por qué siempre eres tan amable? Nadie tiene por qué serlo conmigo."
Lily, con su respuesta positiva, dijo: "Porque creo que todos, hasta los que no son amables, pueden cambiar. La amabilidad es como una semilla; cuando se planta, puede crecer y florecer en algo hermoso."
Esa tarde, Lily notó que Sofía parecía diferente, más feliz y más abierta. Decidió invitarla al día siguiente al taller de arte que organizaba en la escuela. Sofía dudó un poco, pero al recordar la diversión que había tenido el día anterior, finalmente aceptó.
El día del taller, mientras pintaban juntos, Lily se dio cuenta de que Sofía tenía un talento especial para el arte. Se les ocurrió crear una gran pintura mural para decorar la pared del parque. "¿Viste lo que podemos hacer juntas?" - le dijo Lily emocionada.
Sofía sonrió y replicó: "Sí, ¡es increíble! Nunca imaginé que tendría una amiga como vos."
Con el tiempo, Sofía empezó a cambiar, aprendiendo que ser amistosa era gratificante. Las otras niñas también comenzaron a acercarse a ella y, poco a poco, se fue ganando la confianza y el cariño del grupo.
Un hermoso día de primavera, el pueblo organizó una fiesta para celebrar el mural que Sofía y Lily habían pintado. Todos los niños se reunieron aplaudiendo y disfrutando de actividades juntos. Hasta Sofía, que solía estar sola, se sintió parte importante del grupo.
"Lily, gracias por tu amistad. No sé qué hubiera sido de mí sin vos. A veces, ser amable puede cambiar el mundo de alguien" - dijo Sofía con sinceridad.
"Y gracias a vos por atreverse a abrir tu corazón. La amistad es mágica y todos podemos ser parte de ella" - respondió Lily con una sonrisa radiante.
Así, Lily y Sofía se convirtieron en grandes amigas, descubriendo juntas que la amabilidad puede transformar no solo la vida de uno, sino también la de quienes nos rodean. Y de esta manera, en el pequeño pueblo, floreció una hermosa amistad que seguiría creciendo con cada acto de bondad.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.