Lina y el Color del Arcoíris



Había una vez, en un pequeño barrio lleno de árboles y flores, una niña llamada Lina. A Lina le encantaba pintar. Pasaba horas y horas en su habitación, rodeada de lápices de colores, pinceles y un montón de papel. Su lugar favorito era un pequeño rincón frente a la ventana, donde la luz del sol iluminaba todo con un brillo especial.

Un día, mientras Lina pintaba un hermoso paisaje de su jardín, su mamá la llamó desde la cocina.

"¡Lina! ¡Es hora de almorzar!"

"¡Voy!" respondió Lina, dejando su pincel suspendido en el aire.

Al almorzar, escuchó a sus amigos hablando sobre un concurso de arte que se iba a realizar en la plaza del barrio. El ganador tendría la oportunidad de exponer su pintura en la galería local.

"¡Yo quiero participar!" exclamó Lina, emocionada.

"Pero Lina, solo puedes enviar una pintura. ¿Qué vas a hacer?" le preguntó su amigo Tomás.

"Voy a pintar algo que represente lo que siento cuando soy feliz", dijo Lina con determinación.

Después de almorzar, Lina volvió a su habitación y sintió que necesitaba un poco de inspiración. Salió al jardín, donde las flores de todos los colores brillaban bajo el sol.

De repente, vio algo extraño en el cielo. Era un arcoíris que parecía acercarse a ella.

"¡Mirá eso!" gritó, señalando hacia el cielo.

"¡Es hermoso!" dijo su amiga Paula, que había venido a visitarla.

Lina sintió que el arcoíris le decía que debía pintarlo. Con una sonrisa, se despidió de su amiga y corrió hacia su habitación. Llenó su paleta de colores vibrantes y comenzó a trabajar.

Sin embargo, a medida que pasaban los días, Lina se dio cuenta de que nunca había pintado algo tan grande. A veces se sentía insegura.

"¿Y si no les gusta?" murmuró para sí misma mientras mezclaba los colores.

A pesar de sus dudas, siguió adelante, poniendo todo su corazón en la pintura. Pero una mañana, mientras estaba trabajando en su cuadro, se le cayó un poco de pintura azul en la alfombra.

"¡Oh no!" gritó, mirando la mancha. Se sintió frustrada y empezó a pensar en rendirse.

"Quizás no debería participar en el concurso después de todo," se lamentó.

Pero entonces su mamá entró en la habitación y notó la tristeza en el rostro de su hija.

"¿Qué sucede, Lina?"

"Me he ensuciado, mamá. Y ya no sé si voy a pintar algo bueno para el concurso", respondió con voz baja.

"Lina, a veces las cosas no salen como uno las planea, pero eso no significa que debas rendirte. La pintura se trata de expresarte y disfrutar el proceso, no solo del resultado. Cada error puede ser una oportunidad para crear algo nuevo. ¡Mira la mancha! Tal vez puedas incluirla en tu cuadro", le sugirió su mamá sonriendo.

Lina pensó en las palabras de su madre y sonrió. Decidió que la mancha podía ser parte de su arcoíris.

Con renovada energía, trabajó en su pintura y decidió agregar las manchas y los colores que había utilizado. El cuadro se volvió cada vez más vibrante.

Finalmente, llegó el día del concurso. Con su pintura bien envuelta, se sintió emocionada y nerviosa al mismo tiempo.

"¿Tenés nervios?" le preguntó Tomás.

"Sí, un poco, pero estoy lista. Pintar es lo que amo hacer,” respondió Lina con confianza.

Cuando llegó su turno, colocó su pintura en el atril y se presentó ante el jurado.

"Esta pintura es una representación de la felicidad. Cada color simboliza un momento especial de mi vida, incluso los errores, porque he aprendido a apreciarlos", dijo con pasión.

El jurado se mostró interesado y tras revisar todas las obras, decidieron anunciar al ganador.

"Y el ganador del concurso es... ¡Lina!" dijo uno de los miembros del jurado mientras todos aplaudían.

Lina no podía creerlo.

"¡Gracias!" gritó emocionada.

Llevó su pintura a la galería local, donde quedó expuesta para que otros la admiraran.

"¡Lo lograste, Lina!" le dijo Paula, mientras la abrazaba.

"Gracias a todos. Recordé que lo importante es disfrutar y expresar lo que sentimos, no solo ganar."

Desde ese día, Lina continuó pintando y compartiendo su arte, inspirando a otros a no rendirse y a ver la belleza en cada color, cada error y cada experiencia vivida. Y así, siempre recordaría el arcoíris que la llevó a descubrir su verdadera pasión.

FIN.

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