Linda Melisa y la Aventura de la Amistad



Era una vez, en un pequeño pueblo llamado Solsticio, vivía una niña llamada Linda Melisa. Tenía once años y, aunque era muy estudiosa, a veces se sentía sola. No tenía hermanos ni hermanas y la mayoría de sus compañeros de clase pasaban el tiempo juntos haciendo cosas divertidas. Linda, que siempre soñaba con ser una gran científica, pasaba tardes completas en la biblioteca, rodeada de libros sobre el espacio y los misterios de la naturaleza.

Un día, después de la escuela, mientras caminaba a casa, vio un grupo de chicos y chicas jugando a la pelota en el parque. Se detuvo a observarlos un momento y sintió que un nudo se le formaba en el estómago. Ella quería unirse, pero esa sensación de soledad la hizo sentir insegura.

Al llegar a casa, su mamá le preguntó:

"¿Cómo te fue hoy en la escuela, Linda?"

"Bien, un poco... solita, mamá. Todos jugaron juntos y yo no sabía si podía unirme."

"A veces, hay que dar un paso al frente y acercarse a los demás. Quizás si les preguntas si puedes jugar, ellos estarán encantados."

Linda pensó en las palabras de su mamá y decidió que al día siguiente iba a intentarlo. Cuando llegó al parque, se armó de valor y se acercó al grupo.

"Hola, ¿puedo jugar con ustedes?" preguntó nerviosa.

Los chicos la miraron y el más grande, un chico de su edad llamado Tomás, sonrió y respondió:

"Claro, ven, acá hay lugar para todos."

Con sorpresa y alegría, Linda se unió. Jugó, corrió y rió como nunca. Por primera vez, sintió que pertenecía a algo. Cuando el sol comenzó a ponerse, todos se despidieron.

Al día siguiente, cuando Linda llegó a la escuela, se encontró con que varios compañeros la saludaban. Se sentía feliz, pero no podía dejar de pensar en que todo lo que les gustaba hacer era tan distinto a sus propios intereses.

Una tarde, durante la clase de ciencia, la profesora anunció un concurso sobre el sistema solar. Linda se emocionó. Tenía un montón de ideas para compartir y decidió invitar a sus nuevos amigos a colaborar.

"¿Quieren ayudarme a hacer un proyecto sobre los planetas? Creo que podría ser divertido."

Ella esperaba una respuesta negativa, pero para su sorpresa todos aceptaron con entusiasmo.

"¡Sí! A mí me encanta Marte, y yo puedo dibujar los planetas" dijo Valentina, una de las chicas.

"Podemos hacer una maqueta gigante, como un modelo del sistema solar" propuso Lucas, otro niño.

Linda no podía creer lo que estaba escuchando. todos estaban muy entusiasmados con la idea. Pasaron días trabajando juntos. Linda se convirtió en la líder del proyecto y se dio cuenta de que podía combinar sus pasiones con la diversión de los demás.

El día del concurso, presentaron su trabajo en una gran caja decorada y reluciente que mostraba el sistema solar. El jurado, impresionado, les pidió que explicaran cada detalle. Linda explicó con confianza:

"Este es nuestro planeta, la Tierra, y estos son sus vecinos: Marte, Júpiter y muchos más. Cada uno tiene características únicas."

"¡Linda es la mejor!" gritó Tomás emocionado.

Finalmente, el grupo ganó el primer premio. La felicidad y la sensación de pertenencia que Linda experimentó aquella tarde le llenó el corazón. Sin embargo, aprendió algo más: a veces, las mejores amistades surgen de los momentos que menos esperas.

A partir de ese día, Linda Melisa no solo se convirtió en una gran estudiante, sino que también encontró en sus amigos el apoyo para seguir persiguiendo sus sueños.

Y así, en el pequeño pueblo de Solsticio, Linda Melisa comprendió que la soledad a veces puede transformarse en comunidad, solo hay que atreverse a dar el primer paso.

FIN.

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