Lira y la Lluvia Mágica
Era un día lluvioso en el bosque encantado. Las gotas caían del cielo como pequeños diamantes y el agua correteaba por el suelo como un río feliz. Pero en la casita de Lira, la ardilla, la situación era muy diferente. Al despertar, Lira se dio cuenta de que el agua estaba entrando a su hogar.
"¡Oh no!" gritó Lira con su vocecita asustada. "Mi casita se está inundando. ¡Necesito ayuda!"
Lira corrió afuera, donde el agua caía sin parar. En el camino, se encontró con su primer amigo, Tito el sapo.
"¡Tito! ¡Ayúdame! Mi casa se está llenando de agua y no sé qué hacer!" exclamó Lira.
"No te preocupes, Lira. ¡Vamos a buscar a los demás!" respondió Tito mientras saltaban mayores.
Llegaron rápidamente al claro del bosque, donde se reunieron con Mia la mariposa, Pablo el oso y Gregorio el búho. Todos vieron la preocupación en los ojos de Lira.
"¡No puedo perder mi casa!" lloraba Lira.
"Vamos a hacer algo juntos, Lira," dijo Pablo el oso con una voz firme. "Podemos construir un dique para desviar el agua. Así tu casita no se inundará más."
"¡Sí!" gritaron todos al unísono, llenos de entusiasmo.
Tito usó su agilidad para recolectar ramas, mientras Mia volaba alto buscando hojas grandes. Pablo usó su fuerza para apilar todo y Gregorio, con su inteligencia, les dio instrucciones. Trabajaron juntos, riendo y contando historias mientras armaban su dique. La lluvia seguía cayendo, pero ellos estaban motivados.
De repente, mientras estaban trabajando, Gregorio se dio cuenta de algo.
"¡Espera un momento!" gritó. "¿No se supone que Lira vive cerca de la gran roca?"
"Sí, ¡es verdad!" dijo Lira. "Pero el agua viene de más lejos, de la colina. ¡Debemos ir allí!"
Entonces, decidieron llevar sus escobas, pelotas y hojas grandes. Todos juntos subieron a la colina. Allí, vieron que había un pequeño arroyo que se había desbordado.
"Vamos a construir un desvío aquí también", sugirió Gregorio.
Así lo hicieron y, con cada hoja y ramita, el agua comenzó a fluir en la dirección correcta. Después de un rato, el conjunto de amigos pudo ver que su esfuerzo estaba dando sus frutos. La lluvia seguía cayendo, pero el desvío estaba funcionando.
Finalmente, después de tanto trabajo, el agua empezó a disminuir en la casita de Lira. Ella saltaba de felicidad.
"¡Gracias! ¡Gracias, amigos! ¡Lo logramos!" gritó Lira con una sonrisa brillante.
"Siempre estaré aquí para ayudarte, Lira," dijo Tito, saltando de alegría.
"Y no lo olvides, siempre es mejor trabajar en equipo" añadió Mia mientras revoloteaba a su alrededor.
Todos se abrazaron, felices y satisfechos. Con el sol asomando entre las nubes, el bosque encantado se llenó de colores. Y desde ese día, Lira nunca olvidó que, aunque a veces las cosas pueden parecer complicadas, trabajando juntos siempre podrían vencer cualquier problema.
Y así, el bosque seguía encantado, con criaturas que se ayudaban unas a otras, y Lira siempre recordaría la gran aventura de la lluvia mágica.
FIN.