Lis Cross-Cultural Journey



Había una vez un chinito llamado Li, que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Li era muy especial, ya que tenía la piel marrón, algo poco común entre los chinos.

Además, le encantaba ver anime y siempre llevaba puesta su campera negra con brazos cruzados. Li pasaba horas y horas viendo sus series favoritas de anime. Se emocionaba tanto con las historias y los personajes que soñaba con convertirse en uno de ellos algún día.

Pero a veces se sentía triste porque no encontraba a nadie más en el pueblo que compartiera su pasión por el anime.

Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo con su campera negra puesta y los brazos cruzados, vio a un grupo de niños jugando cerca del lago. Se acercó tímidamente y observó cómo reían y se divertían juntos. Li decidió acercarse al grupo y les dijo: "¡Hola! ¿Puedo jugar con ustedes?".

Los niños lo miraron sorprendidos al ver a un chino marrón usando una campera negra con brazos cruzados, pero decidieron darle una oportunidad. Los días siguientes fueron maravillosos para Li.

Jugó fútbol con ellos, construyeron castillos de arena en la playa e incluso organizaron tardes de cine donde veían películas animadas japonesas. Un día, mientras estaban viendo uno de sus animes favoritos en casa de uno de los niños, ocurrió algo inesperado.

En medio del capítulo más emocionante, ¡la televisión dejó de funcionar!"¡Oh no!", exclamaron todos decepcionados. Pero Li, con su espíritu aventurero, propuso una solución. "¡Vamos a hacer nuestro propio anime!". Los niños se miraron unos a otros con curiosidad y entusiasmo.

No tenían idea de cómo hacer un anime, pero estaban dispuestos a intentarlo. Li agarró papel y lápices y comenzaron a dibujar personajes fantásticos y emocionantes escenas de acción.

Luego, juntos, crearon las voces y efectos de sonido para dar vida a sus dibujos animados. Pasaron días trabajando en su propio anime casero. Cada uno tenía un papel importante: uno era el guionista, otro el dibujante, otro el editor de sonido y Li era el director del proyecto.

Finalmente llegó el día del gran estreno de su anime casero. Invitaron a todo el pueblo al cine local para que pudieran disfrutarlo todos juntos. La sala se llenó de risas y aplausos mientras veían la increíble historia que habían creado.

El pueblo quedó impresionado por la creatividad y talento de aquel grupo de niños tan diferentes entre sí.

Desde ese día, los niños descubrieron que no importaba cómo lucieran o qué les gustara hacer; lo importante era compartir sus pasiones con los demás y trabajar juntos para lograr cosas maravillosas.

Y así fue como Li, el chino marrón que usaba una campera negra con brazos cruzados mientras miraba anime, encontró amigos verdaderos en aquel pequeño pueblo argentino donde nunca imaginó que podría ser tan feliz. Y colorín colorado este cuento ha terminado.

FIN.

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