Lisandro y el Gran Día de su Primera Comunión
Lisandro era un niño de 10 años, amable, inteligente y de buen corazón. Estaba emocionado porque el próximo mes de octubre sería el día de su Primera Comunión, un momento muy especial para él y su familia.
A medida que se acercaba la fecha, Lisandro se esforzaba por ser aún más amable y solidario, porque sabía que era importante para su familia y comunidad.
Un día, mientras ayudaba a su abuela a cruzar la calle, conoció a un hombre mayor llamado Don Lucio. "¡Hola, joven! Veo que eres un niño muy amable", dijo Don Lucio con una sonrisa. Lisandro respondió con cortesía, "¡Hola, Don Lucio! Me enseñaron que es importante ser amable y atento con los demás".
Don Lucio asintió, "Es cierto, y parece que lo has aprendido muy bien, joven Lisandro". Conversaron un rato y luego se despidieron. Desde ese día, Lisandro hizo todo lo posible por ayudar a los demás.
Ayudaba a los vecinos con sus compras, jugaba con los niños más pequeños y siempre estaba dispuesto a echar una mano en casa. Lisandro estaba ansioso por su Primera Comunión, pero sabía que también era importante seguir siendo amable y solidario después de ese día.
Finalmente, llegó el día de su Primera Comunión. La iglesia estaba llena de familiares y amigos, todos emocionados por este gran momento. Mientras Lisandro recibía la sagrada hostia, sintió la calidez de la comunidad que lo rodeaba.
Después de la ceremonia, la familia de Lisandro organizó una fiesta en casa. Había música, risas y mucha comida deliciosa. En medio de la celebración, Don Lucio se acercó a Lisandro y le entregó un pequeño paquete envuelto en papel brillante.
"Es un pequeño regalo para ti, Lisandro. Quiero agradecerte por tu amabilidad y recordarte que siempre debes seguir siendo así de bondadoso", dijo Don Lucio con una sonrisa. Lisandro abrió el regalo y encontró un libro titulado 'El valor de la amabilidad'.
Desde ese día, Lisandro entendió que, aunque la Primera Comunión era un momento especial, lo más importante era mantener la amabilidad y la compasión en su corazón todos los días.
Y así, Lisandro continuó siendo un niño amable y solidario, inspirando a los demás con su bondad.
FIN.