Lisandro y el Poder de Ser Él Mismo



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivía un niño llamado Lisandro. Era un chico muy curioso, siempre soñando despierto y deseando tener superpoderes. Un día, mientras exploraba el bosque cercano, se encontró con una extraña piedra brillante. Cuando la tocó, un destello de luz lo envolvió y, de repente, ¡se dio cuenta de que tenía todos los superpoderes del mundo!

Confundido pero emocionado, Lisandro comenzó a experimentar. Voló sobre las nubes, se volvió invisible, y hasta podía hablar con los animales.

- “¡Mirá, perrito! Puedo volar como un pájaro”, le dijo a un pequeño perro que lo miraba sorprendido.

Lisandro decidió usar sus poderes para ayudar a los demás. Primero, voló hasta la casa de su amiga Clara, que siempre se preocupaba por ser un poco diferente a los demás.

- “Clara, vení, tengo algo increíble que mostrarte”, gritó Lisandro desde lo alto.

Clara miró hacia arriba y se sorprendió al ver a su amigo volar.

- “¡Lisandro! ¿Qué te pasó? ¿Cómo lo hacés? ”, preguntó asombrada.

- “No sé, encontré una piedra mágica y ahora tengo superpoderes. ¡Vamos a jugar! ”, respondió él, lleno de alegría.

Clara, emocionada, decidió unirse a su aventura. Juntos volaron y, aunque Lisandro estaba feliz, también sentía una extraña presión por manejar todos sus nuevos poderes.

Un día, mientras jugaban en el parque, escucharon un grito de auxilio. Era el señor Gómez, el anciano del barrio, que se había caído y no podía levantarse.

- “¡Ayuda! No puedo volver a casa”, decía el hombre con voz temblorosa.

Lisandro usó sus poderes para correr como el viento y levantó al señor Gómez con cuidado.

- “¡Gracias, Lisandro! Sos un verdadero héroe”, dijo el anciano mientras se recuperaba.

Lisandro sintió un calor especial en su corazón por ayudar al señor Gómez, pero a medida que ayudaba a más personas, comenzó a sentir que no podía hacer todo solo. Además, y aunque tenía todos los superpoderes, se dio cuenta de que también había cosas que no podía controlar.

Un día, mientras trataba de detener una tormenta usando sus poderes, se dio cuenta de que fue un error. La tormenta resultó ser más fuerte de lo que pensó y su intento de controlarla, hizo que todo fuera peor.

- “¡No puedo con esto! ”, gritó frustrado.

Clara se acercó y le dijo:

- “Lisandro, a veces los superpoderes no son la solución. Hay cosas en la vida que no podemos cambiar. Lo importante es encontrar la ayuda en los demás y ser quien realmente sos”.

Lisandro reflexionó sobre lo que Clara le decía. Y entonces comprendió que aunque tenía todos los superpoderes del mundo, lo más importante era ser un buen amigo y saber cuándo pedir ayuda.

Así, decidió compartir sus poderes con los demás. Junto a Clara y algunos compañeros de la escuela, crearon un club de ayuda. Cada uno aportó sus habilidades, y juntos comenzaron a resolver problemas en el vecindario. Desde ayudar a la señora Rosa en su jardín, hasta organizar actividades divertidas para todos.

- “¡Esto es mucho más divertido que volar solo! ”, exclamó Lisandro, riendo mientras jugaba con sus amigos.

Al final, Lisandro aprendió que no necesita ser un superhéroe para marcar la diferencia; lo que realmente importaba era la amistad, la colaboración y ser uno mismo. Desde ese día, usó sus poderes para inspirar a otros, siempre recordando lo que Clara le había enseñado.

Cada vez que Lisandro veía una piedra brillante, sonreía, sabiendo que el verdadero poder estaba en compartir y ayudar a los demás.

FIN.

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