Literatura, un camino que conduce a la libertad
En un pequeño pueblito rodeado de montañas, vivían tres amigos: Lía, una niña curiosa con una pasión por los libros; Nico, un niño aventurero que siempre quería explorar nuevos lugares; y Sol, una pequeña soñadora que contaba historias fantásticas.
Un día, mientras jugaban en el desván de la abuela de Lía, encontraron un viejo libro cubierto de polvo. Lía, emocionada, lo tomó en sus manos y dijo: "¡Miren lo que encontré! Es un libro lleno de aventuras y personajes mágicos".
Nico, con su espíritu explorador, exclamó: "¡Abrámoslo! Tal vez podamos vivir una aventura también".
Sol, con su imaginación encendida, sugirió: "Podemos leer las historias y, si las hacemos nuestras, podemos estar en ellas".
Así fue como comenzaron a leer el libro. Cada página que pasaban parecía abrir una puerta a un mundo nuevo. Lía leía en voz alta las frases más emocionantes.
De repente, pronunció una frase que decía: "En un bosque encantado, donde los sueños se hacen realidad, tres amigos encontrarán la clave para su libertad". Al pronunciar esas palabras, una brisa suave remplazó el silencio del desván y, en un instante, se encontraron en un bosque lleno de colores.
"¡Estamos dentro de la historia!" gritó Nico, saltando de alegría.
"Sí, pero ¿cómo iremos hacia la libertad?" preguntó Lía, mirando a su alrededor.
Sol, con su mirada profunda, dijo: "Las historias siempre tienen enseñanzas. Tal vez debamos encontrar a un personaje que nos dé una pista".
Comenzaron a caminar y, tras unos minutos, encontraron un viejo árbol que les habló: "Busquen el puente de las palabras, solo allí descubrirán la libertad".
Intrigados, siguieron la dirección del árbol y, al llegar al puente, descubrieron que estaba hecho de libros apilados. Lía, con entusiasmo, dijo: "Estos libros nos mostrarán diferentes caminos. ¡Elijamos uno!".
Nico, que siempre se aventuraba al mayor riesgo, eligió un libro del medio, mientras que Sol prefirió uno adornado con estrellas. Al abrirlos, ambos sintieron que sus corazones latían al ritmo de la historia.
"¡Este es un camino lleno de sorpresas!", comentó Nico, mientras Sol soñaba en voz alta.
Una vez cruzado el puente, se dieron cuenta de que la libertad no era un lugar, sino el poder de contar sus propias historias y vivirlas.
"Ahora entendemos", dijo Lía, con una gran sonrisa.
"¡La literatura nos da alas!" agregó Sol.
Nico, que quería seguir aventurándose, dijo: "Sigamos explorando todos los libros que podamos. Cada historia nos llevará a nuevas libertades".
Y así fue como los tres amigos aprendieron que la literatura es un camino que siempre conduce a un mundo lleno de posibilidades. De regreso al desván, cerraron el libro, pero sabían que, mientras tuvieran uno en sus manos, nunca dejarían de volar.
FIN.