Litzy y el sueño acuático
Había una vez una niña llamada Litzy que vivía en un pequeño pueblo cerca del mar. Desde muy pequeña, Litzy había sentido una gran atracción por el agua y siempre soñaba con aprender a nadar.
Un día, mientras paseaba por la orilla de la playa, Litzy vio a un grupo de niños nadando y divirtiéndose en el mar. Sus ojos se iluminaron de emoción y decidió que era el momento perfecto para aprender a nadar.
Sin embargo, no sabía cómo comenzar. Litzy fue corriendo a su casa y tomó todas las toallas que pudo encontrar. Las extendió en el suelo del patio trasero y empezó a mover los brazos y las piernas como si estuviera nadando.
Aunque no estaba en el agua, Litzy imaginaba que lo estaba. Mientras practicaba sus movimientos, escuchó unas risas provenientes del otro lado de la cerca.
Era su vecino Juanito, quien también deseaba aprender a nadar pero nunca se animaba a intentarlo. "¡Hola Litzy! ¿Qué estás haciendo?" preguntó curioso Juanito. "¡Estoy aprendiendo a nadar!" respondió entusiasmada Litzy. "¿En serio? ¡Yo también quiero aprender!" exclamó Juanito emocionado.
Litzy invitó a Juanito a unirse a ella en su improvisada clase de natación en tierra firme. Juntos practicaban diferentes movimientos e inventaban juegos acuáticos imaginarios. Sin embargo, Litzy seguía anhelando sumergirse en el agua real y sentir la frescura del mar acariciando su piel.
Así que decidió que era hora de dar un paso más y nadar en una piscina. Litzy fue al centro comunitario del pueblo y le explicó a la señora Marta, la encargada de la piscina, que quería aprender a nadar.
La señora Marta asintió con una sonrisa y le dijo que podía usar la piscina siempre que quisiera. Litzy estaba emocionada. Se puso su traje de baño y se zambulló en el agua.
Al principio estaba un poco nerviosa, pero recordó todos los movimientos que había practicado en tierra firme con Juanito. Poco a poco fue ganando confianza y comenzó a moverse como si fuera una verdadera sirena.
Día tras día, Litzy pasaba horas en la piscina, practicando sus habilidades acuáticas. Cada vez se sentía más cómoda en el agua y su técnica mejoraba notablemente. Un día, mientras Litzy nadaba en la piscina, sintió una mano sobre su hombro. Era un entrenador de natación profesional llamado Lucas.
"¡Hola! He estado observando tus movimientos desde hace varios días y debo decirte que tienes un talento natural para nadar", dijo Lucas con admiración. "¿En serio?" preguntó Litzy sorprendida. "Sí, definitivamente.
Me gustaría invitarte a formar parte de nuestro equipo de natación infantil", respondió Lucas con entusiasmo. Litzy no podía creerlo. Su sueño se estaba haciendo realidad gracias a todo el esfuerzo y dedicación que había puesto en aprender a nadar por sí misma.
Desde ese día, Litzy se convirtió en una destacada nadadora en el equipo infantil de natación. Ganó muchas competencias y se convirtió en una inspiración para otros niños que también soñaban con aprender a nadar.
La historia de Litzy nos enseña que, aunque a veces puede parecer difícil alcanzar nuestros sueños, con determinación y perseverancia podemos lograr cualquier cosa que nos propongamos.
Y lo más importante es nunca tener miedo de intentarlo, porque incluso si no tenemos a alguien que nos enseñe, siempre podemos encontrar nuestro propio camino hacia el éxito.
FIN.