Lizeth y su gran aventura en el bosque
Había una vez una abejita llamada Lizeth que vivía en un hermoso panal en una floresta llena de colores y aromas. Lizeth era muy inquieta y le encantaba explorar, pero siempre ignoraba los consejos de su mamá. Un día, mientras el sol brillaba intensamente, Lizeth decidió alejarse un poco más de lo habitual.
"No te alejes mucho, Lizeth", le dijo su mamá con cariño.
"¡Ay, mamá, no pasa nada! Solo quiero ver qué hay más allá de las flores", respondió la pequeña abejita.
Y así, sin escuchar a su mamá, voló lejos del panal hacia un espeso bosque.
Al principio, todo parecía maravilloso. Las flores eran grandes y las hojas, verdes y brillantes. Pero pronto, Lizeth se dio cuenta de que estaba perdida. Ya no podía escuchar el zumbido de sus amigas abejas ni el suave murmullo del panal.
"¡Oh no! ¿Qué voy a hacer?", gritó Lizeth asustada.
En medio de su angustia, apareció un sapo saltarín.
"¿Qué te pasa, pequeñita?", preguntó el sapo curioso.
"¡Estoy perdida! Necesito volver con mi mamá", respondió Lizeth, sintiendo que las lágrimas se le acumulaban en los ojos.
"¡Yo puedo ayudarte!", dijo el sapo, con una sonrisa traviesa.
Lizeth se sintió aliviada, pero el sapo en realidad tenía otras intenciones. Cuando Lizeth se acercó, el sapo abrió su boca grande para atraparla.
"¡Espera, no te acerques!", gritó la abejita, zumbando rápidamente hacia un lado.
Lizeth logró escaparse y voló con todas sus fuerzas, dejando al sapo confundido.
Mientras seguía buscando a su mamá, Lizeth comenzó a sentirse cansada. De repente, vio a una jirafa alta que estaba comiendo hojas.
"¡Hola!"
"¡Hola! Soy Lizeth, la abeja. Estoy perdida y no sé cómo volver a casa", explicó Lizeth.
La jirafa, que se llamaba Gina, se inclinó para mirar a la pequeña abeja.
"¡No te preocupes, Lizeth! Yo tengo un buen sentido de la orientación. Sé cómo llegar al panal. ¡Sube a mi espalda y te llevaré!"
Lizeth se sintió feliz y agradecida. Subió cuidadosamente a la espalda de Gina, quien comenzó a caminar por el bosque.
"¿Por qué te alejaste tanto de tu mamá?", preguntó Gina mientras seguía su camino.
"Porque quería explorar, pero no debí hacerlo sin ella", admitió Lizeth.
Gina se rió suavemente.
"A veces es mejor escuchar a los que nos cuidan. Ellos siempre saben lo que es mejor para nosotros".
Mientras caminaban, Gina le mostró a Lizeth hermosos lugares del bosque, como un arroyo donde los peces jugaban y un campo lleno de flores silvestres.
"¡Es precioso!", exclamó Lizeth.
"Sí, pero debes recordar que lo mejor es disfrutar de estas maravillas siempre acompañada", respondió Gina.
Finalmente, llegaron a una zona donde Lizeth pudo escuchar el suave zumbido del panal. Ella se emocionó.
"¡Ahí está! ¡Estoy tan cerca de casa!"
"Sí, ahora puedes regresar segura. Recuerda siempre escuchar a tu mamá y no aventurarte sola", le dijo Gina con una sonrisa.
Lizeth le agradeció mucho a Gina y prometió que nunca más se iría sin avisar.
"¡Eres una gran amiga! Te voy a invitar a mí panal algún día", añadió muy emocionada.
"Me encantaría", respondió Gina mientras veía a Lizeth volar hacia su hogar.
Lizeth llegó finalmente al panal y voló directo a los brazos de su mamá.
"¡Mi amor! Estaba tan preocupada por vos", dijo su mamá.
"Perdón, mamá. Aprendí que es importante escuchar. No quiero volver a perderme nunca más".
Desde ese día, Lizeth se convirtió en una abejita más responsable, siempre recordando la lección que había aprendido en su gran aventura. Y todos los días cada vez que veía a una jirafa, recordaba que los amigos pueden encontrarse en los lugares más inesperados, y que escuchar a quienes nos quieren es lo más importante.
FIN.