Llamados a ser más



Era una tarde soleada en Villa Esperanza, un pequeño pueblo lleno de niños felices que jugaban en el parque. Entre ellos, estaba Tomi, un chico curioso y soñador. Su mayor deseo era explorar el más allá, pero había algo que siempre lo detenía: el miedo a no ser lo suficientemente bueno.

Un día, mientras jugaba con sus amigos, un anciano sabio, conocido como Don Remo, se acercó a ellos.

"¿Qué piensan hacer hoy?" - preguntó con una sonrisa.

"¡Vamos a jugar a las escondidas!" - respondió Sofía, la amiga de Tomi.

"Yo no puedo, tengo miedo de perderme en el bosque" - dijo Tomi, mirando hacia el espeso arbusto que rodeaba el parque.

Don Remo se agachó y miró a Tomi a los ojos.

"¿Sabes, Tomi? A veces lo que nos detiene no es el lugar, sino cómo nos vemos a nosotros mismos. Cada uno de ustedes tiene un potencial increíble, están llamados a ser más" - afirmó el anciano.

Intrigado, Tomi preguntó, "¿Llamados a ser más? ¿Cómo hacemos eso?"

"Explorando tus miedos y pasiones, alzando tu voz en las oportunidades que se presentan. A veces el camino es complicado, pero está lleno de aprendizajes" - explicó Don Remo.

Esa noche, Tomi no pudo dormir. Recordaba las palabras de Don Remo, y cuando se despertó decidió que ese sería el día en que se atrevería a ir al bosque. Llamó a sus amigos.

"Chicos, hoy vamos a explorar el bosque!" - les dijo entusiasmado.

Sus amigos, un poco reticentes al principio, se animaron al ver la valentía de Tomi.

"¡Vamos!" - gritaron todos juntos.

Con cada paso que daban hacia el bosque, Tomi sentía un nudo en el estómago. Pero, al ver a sus amigos sonrientes a su alrededor, su miedo comenzó a desvanecerse.

Al entrar al bosque, se encontraron con un hermoso río de aguas cristalinas.

"¡Miren eso!" - exclamó Sofía, señalando hacia un pequeño puente colgante que cruzaba el río.

- “¿Lo cruzamos? ” - sugirió Lucas, el más aventurero del grupo.

"No sé... se ve un poco inestable" - dijo Tomi, recordando su miedo. Pero esta vez, se armó de valor.

"¡Sí! ¡Lo cruzamos!" - animó.

Uno a uno cruzaron el puente, riendo y gritando. Una vez al otro lado, se encontraron con un asombroso claro lleno de flores de todos los colores.

"¡Es hermoso!" - dijo Sofía mientras recogía una planta.

De repente, escucharon un chirrido inusual. Era un pequeño pajarito atrapado entre unas ramas.

"Pobrecito, hay que ayudarlo!" - sugirió Lucas.

Cada uno quería hacer algo, pero era Tomi quien decidió actuar.

"Voy a intentar ayudarlo" - dijo, tomando un respiro profundo. Con movimientos suaves, Tomi levantó las ramas y, después de varios intentos, logró liberar al pajarito. Este voló agradecido hacia el cielo.

"¡Lo lograste!" - gritaron todos entusiasmados.

En ese momento, Tomi se dio cuenta de que su valentía no solo significaba enfrentar sus miedos, sino también ser generoso y ayudar a quienes lo necesitaban.

Cuando regresaron al pueblo, Don Remo estaba esperándolos en el parque.

"¿Cómo les fue?" - preguntó con una sonrisa.

"¡Increíble! Ayudamos a un pajarito y cruzamos un puente!" - explicó Sofía, saltando de felicidad.

"Te me hace que descubriste algo importante, Tomi" - le dijo Don Remo.

"Sí, estoy llamado a ser más. No solo enfrentando miedos, sino haciendo cosas buenas para los demás" - respondió Tomi, con una sonrisa de orgullo.

Desde ese día, Tomi y sus amigos aprendieron a explorar, a ayudar y a crecer juntos. Cada aventura que vivían era una oportunidad para ser mejores. Y así, se dieron cuenta de que todos estaban llamados a ser más, no solo por ellos mismos, sino por su comunidad.

Y así, en el pequeño pueblo de Villa Esperanza, la valentía y la generosidad nacieron en el corazón de todos, recordando siempre que, a veces, lo más grande está en atreverse a dar el primer paso.

FIN.

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