Lluvia en las Cuatro Estaciones y Tito el Corderito



En un prado hermoso donde brillaban flores de todos los colores y donde el cielo era siempre azul, vivía Tito, un pequeño corderito con un corazón tan grande como su curiosidad. A Tito le encantaba explorar, descubrir nuevos lugares y hacer amigos. Sin embargo, había algo que siempre le llamaba la atención: las cuatro estaciones.

Un día, mientras pastaba, Tito escuchó una conversación entre sus amigos los animales sobre una mágica lluvia que podía cambiar el clima del prado.

"¿De verdad existe?" – preguntó Tito, con sus grandes ojos brillantes.

"Sí, Tito, la lluvia de las cuatro estaciones aparece una vez al año. Cada gota trae consigo un pedacito de cada estación" – dijo Lila, la mariposa. – "La primavera, el verano, el otoño y el invierno se unen para traer alegría a nuestro hogar".

"¡Quiero ver esa lluvia!" – exclamó Tito emocionado.

Lila le dijo que la lluvia se aparecería al atardecer del próximo domingo. Tito, que no podía contener su entusiasmo, decidió preparar una gran fiesta para recibirla. Se fue a buscar a sus amigos: la ardilla Nito, el pato Pipo y la tortuga Tula.

"¡Hola, amigos! El domingo habrá una lluvia mágica y quiero que hagamos una fiesta para celebrarlo" – les contó Tito.

"¡Eso suena genial!" – gritaron al unísono.

"¡Yo traeré nueces para picar!" – dijo Nito.

"Y yo puedo mostrar unos juegos divertidos" – añadió Pipo.

"Yo podría hacer adornos con flores" – dijo Tula.

Con cada uno aportando una idea, comenzaron a prepararse. Pasaron los días ocupándose de los detalles y el domingo llegó. Todos estaban listos. A medida que el sol comenzó a caer, se sentaron juntos en el prado, observando el horizonte.

De repente, un curlito de viento empezó a soplar. Un gota intermitente comenzó a caer del cielo.

"¡Ahí está!" – gritó Tito, saltando de alegría.

Las primeras gotas hacían que todo pareciera brillar. La lluvia trajo consigo flores rosas de primavera, el calor del verano, las hojas doradas del otoño y la frescura del invierno.

"¡Mira cómo cambian las flores!" – exclamó Tula.

"¡Y las hojas!" – gritó Pipo, saltando.

"¡Esto es increíble!" – aulló Nito mientras giraba.

Sin embargo, algo inesperado ocurrió: a medida que la lluvia mágica caía, comenzaron a crecer nubes oscuras. La lluvia se hizo más intensa y el viento comenzó a soplar más fuerte.

"¡Esto no es lo que esperaba!" – dijo Tito, con algo de preocupación.

"¡Debemos resguardarnos!" – sugirió Nito, corriendo hacia un gran árbol.

"¡Rápido, venid!" – gritó Pipo, mientras se metían todos juntos bajo el árbol.

Gotas de lluvia caían por doquier, y el prado comenzó a inundarse. Pero justo cuando pensaban que todo había terminado, una luz brillante emergió entre las nubes.

"¡Miren!" – exclamó Tula.

De la lluvia, comenzaron a aparecer colores brillantes: arcoíris, mariposas danzantes y la música de la naturaleza. La lluvia mágica estaba trayendo algo más que solo agua: una fiesta de luz y alegría.

"¡Esto es mágico!" – dijo Pipo, asombrado.

Todos comenzaron a bailar bajo la lluvia, disfrutando de la maravilla que les había traído la tormenta. Fue un momento único, donde sus miedos se transformaron en risas y el prado se llenó de alegría.

"¡Nunca había visto algo tan hermoso!" – dijo Tito, mientras bailaba con sus amigos.

Cuando la lluvia terminó, el sol comenzó a asomar de nuevo, sacando un arcoíris brillante.

"¡Gracias, lluvia de las cuatro estaciones!" – dijo Tito en voz alta, mirando al cielo.

"Nos ha traído mucha felicidad. Esta realmente fue la mejor fiesta de todas".

Desde ese día, Tito y sus amigos entendieron que no siempre todo sale como uno espera, pero que a veces, lo inesperado puede traer momentos maravillosos. Aprendieron a disfrutar de la lluvia, a valorar la compañía de los amigos y a ver la belleza en cada estación.

Y así, el prado continuó floreciendo, llenos de risas y aventuras, mientras Tito el corderito siempre recordaría la magia de aquel día de lluvia.

FIN.

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