Lo que hizo Orugasio



En un colorido y frondoso bosque, vivía una pequeña oruga llamada Orugasio. Su mundo era un lugar de maravillas llenas de aromas frescos y vibrantes colores. Pero había algo que a Orugasio le preocupaba: mientras sus amigos, las mariposas, se posaban en las flores con sus brillantes alas, ella solo tenía su pequeño y animal cuerpo.

Un día, mientras exploraba el bosque, Orugasio se encontró con una mariposa llamada Violetta que posaba en una hoja.

"¿Por qué no tienes alas como las nuestras, Orugasio?" - preguntó Violetta, curiosa.

"No lo sé, Violetta. Deseo ser como ustedes, bellas y libres..." - respondió Orugasio con tristeza.

Violetta, siempre optimista, le dijo: "No te preocupes, Orugasio. Cada uno tiene su propio camino. Pronto te darás cuenta de lo maravillosa que eres tal como eres."

Inspirada por las palabras de su amiga, Orugasio decidió que no se rendiría. Se aventuró en busca de aprender y conocer más, convencida de que había algo especial en ella.

Fue así que se encontró con una tortuga sabia llamada Don Panzón.

"Hola, Doña Tortuga, ¿podrías ayudarme? Quiero ser hermosa como las mariposas."

"La belleza viene de dentro, Orugasio. Cada quien tiene un viaje único. ¿Has pensado en explorar tus propios talentos?" - respondió Don Panzón.

Esto hizo pensar a Orugasio. Así que decidió intentar diferentes cosas: se metió en un río a nadar, se subió a ramas para observar el cielo, recolectó hojas de todos colores.

Un día, mientras estaba en una rama, se encontró con algunos saltamontes.

"¿Quieres unirte a nosotros en nuestra danza?" - le preguntó uno de ellos.

"¿Creen que puedo?" - respondió Orugasio, un poco insegura.

"¡Por supuesto! Solo diviértete y déjate llevar."

Con música en el aire, Orugasio comenzó a moverse al compás, saltando y girando. ¡Nunca se había sentido tan libre!

A medida que el tiempo pasaba, Orugasio fue encontrando no solo alegría en sus movimientos, sino que sus amigos comenzaron a admirar su estilo único.

"Mirá a Orugasio, tiene su propio ritmo y brilla con luz propia!" - aplaudieron los saltamontes.

Después de algunos días de baile y alegría, Orugasio sintió un cambio en su vida. Algo estaba sucediendo. Buscó a Violetta para contarle todo.

"¡Violetta! He estado bailando y encontré que amaba expresarme así. ¡Me siento especial!" - exclamó.

"Eso es magnífico, Orugasio. ¡Te veo brillar!"

Sin embargo, un día, Orugasio decidió descansar bajo un gran roble. Antes de que se diera cuenta, comenzó a sentirse cansada y cerró los ojos, soñando con la libertad y la belleza.

Pasaron unos días y, cuando despertó, notó que su cuerpo había cambiado.

"¿Qué me está pasando?" - se preguntó con un poco de miedo y emoción.

Pero, al poco tiempo, se dio cuenta de que había formado un capullo a su alrededor.

"¿Es esto un cambio?" - pensó con esperanza.

Y así fue.

Encerrada en su capullo, Orugasio reflexionó sobre todo lo que había aprendido: sobre el baile, la importancia de ser uno mismo y la verdadera belleza que venía de su corazón.

Pasaron algunos días más y, finalmente, un hermoso día soleado, su capullo se rompió. Orugasio se sintió diferente. Despegó sus alas nuevas y vibrantes, llenas de color y de magia.

"¡Soy una mariposa!" - gritó con alegría.

Salió volando, como siempre soñó.

Al regresar al bosque, encontró a sus amigos esperándola.

"¡Te veas increíble, Orugasio!" - exclamaron.

"Sí, descubrí que era hermosa por dentro, y eso me llevó a ser la mariposa que soy ahora. ¡Gracias por recordarme que todos somos únicos!" - respondió Orugasio, iluminando el bosque con su felicidad.

Y así fue como Orugasio no solo se convirtió en una mariposa, sino que también aprendió que la verdadera belleza viene del amor propio y la expresión genuina.

Desde ese día, ella siguió bailando entre las flores, siempre recordando que su viaje era un regalo especial que compartiría con todos los que conocía.

Y así, en cada danza y en cada vuelo, Orugasio inspiró a otros a ser ellos mismos y a celebrar su propia unicidad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!