Lobo Bajo la Luna



En un espeso bosque, donde los árboles susurraban secretos y las estrellas danzaban en el cielo, vivía un lobo llamado Luki. Luki era distinto a los demás lobos, no solo porque su pelaje era de un brillante color plateado, sino porque siempre había soñado con ser amigo de los demás animales del bosque, en lugar de ser su temor.

Una noche, mientras la luna llena iluminaba el bosque como un faro, Luki decidió que era momento de hacer algo grande. Se estaba acercando la gran fiesta del bosque, donde todos los animales se reunían para celebrar la amistad y la armonía. Pero, había un problema, Luki nunca había sido invitado.

-Con esta luna, todo puede cambiar -pensó Luki mientras recorría el sendero que lo llevaba hacia el claro donde se desarrollaría la fiesta.

Cuando llegó al claro, vio a muchos animales: liebres saltarinas, ciervos elegantes, y hasta un grupo de zorros que hacían juegos de sombras. Todos se reían y bailaban. Luki sintió un nudo en el estómago al ver que nadie lo notaba, y en un impulso, decidió presentarse.

-¡Hola a todos! -gritó con voz firme, pero amistosa-. Soy Luki, el lobo del bosque.

Los animales se detuvieron de golpe. Miradas de sorpresa y miedo se cruzaron entre ellos.

-¿Un lobo? -susurró una pequeña liebre-. ¿Qué hace aquí?

-¡Idea! -dijo un viejo búho sabio que estaba posado en una rama-. Propongo un juego. Si Luki puede completar tres retos, será nuestro amigo. Si no, deberá marcharse. -Los animales asintieron, y Luki sintió un impulso de valentía.

-Estoy listo -respondió Luki, y los animales comenzaron a murmurar y a discutir sobre los retos.

El primer reto fue una carrera. Debía correr junto a los ciervos y no dejar que lo alcanzaran.

-¡Listos, listos, ya! -gritó el búho.

Los ciervos corrieron velozmente, mientras Luki se mantenía a su lado. Sin embargo, Luki, en vez de correr rápido, se tomó su tiempo para disfrutar de la carrera. Al final, todos llegaron juntos al final, riendo y animándose.

-Luki, eres rápido, pero no te importa ganar ¿verdad? -dijo uno de los ciervos.

-No, solo quería sentir el viento y disfrutar. -Luki sonrío. Todos se sorprendieron y empezaron a verlo con otros ojos.

El segundo reto fue un desafío de ingenio: tenían que resolver un acertijo que el búho había preparado.

-¿Qué vuela sin alas y llora sin ojos? -preguntó el búho.

Los animales se miraban confundidos. Luki, recordando las palabras de su madre, intervino:

-¡Es el viento! -dijo con fuerza.

-¡Correcto, Luki! -exclamó el búho, y todos los animales lo aplaudieron.

El tercer y último reto fue un desafío de valentía. Luki tenía que entrar a la cueva oscura donde se decía que habitaba un viejo zorro muy gruñón.

-¿Y si se enoja? -preguntó una liebre con voz temblorosa.

-¿Por qué no lo intentamos juntos? -sugirió Luki.

Los animales dudaron, pero se unieron a Luki. Juntos, se acercaron a la cueva. El viejo zorro, al escuchar el bullicio, salió con una expresión de sorpresa.

-¿Qué hacen aquí? -preguntó el zorro, frunciendo el ceño.

-Llegamos para ofrecerte una amistad -respondió Luki, valiente-. Sabemos que algunas veces te sientes solo.

El viejo zorro, abrumado por la valentía y bondad de Luki, se relajó.

-Quizás he sido un poco gruñón por mucho tiempo. -dijo el zorro, sonriendo tímidamente.

Con un gesto de camaradería, los animales lo invitaron a unirse a su fiesta.

Desde esa noche, Luki fue parte del bosque. No solo cumplió con los retos, sino que también enseñó a los demás que cada uno, sin importar cuán diferente fuera, podía encontrar un lugar en el corazón de la comunidad. Y en noches futuras, bajo la luna brillante, Luki y su nuevo grupo de amigos continuaron creciendo juntos, compartiendo risas y aventuras.

Y así, el lobo que una vez fue temido, se convirtió en el símbolo de la amistad en el bosque.

FIN.

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