Lois y la bicicleta sin fronteras
Había una vez un niño llamado Lois que vivía en Madrid. A sus 7 años, Lois era un niño muy activo y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Le encantaba la gimnasia artística y patinar, pero había algo que aún no sabía hacer: montar en bicicleta. Un día soleado, mientras paseaba con sus abuelos por el parque, Lois vio a unos niños montando en sus bicicletas.
Se quedó maravillado al ver cómo se deslizaban sin esfuerzo y se divertían tanto. Lois se acercó a los niños y les preguntó si podían enseñarle a montar en bicicleta. Los niños aceptaron encantados y le dijeron: "¡Claro! Pero primero necesitas tener tu propia bicicleta".
Lois regresó a casa emocionado y le contó a sus padres lo sucedido. Ellos sonrieron y decidieron ayudarlo a conseguir una bicicleta para que pudiera aprender. Al día siguiente, Lois fue con su papá a una tienda de bicicletas.
Después de buscar entre varias opciones, encontraron la bici perfecta para él: tenía rueditas de apoyo para principiantes. Una vez que tuvo su nueva bicicleta, Lois fue corriendo al parque donde estaban sus amigos esperándolo ansiosos.
Todos juntos comenzaron las lecciones de equilibrio. "Lois, lo primero que debes hacer es sentirte seguro sobre la bici", dijo su amigo Pedro. "Sí", agregó Laura, "mantén tus pies apoyados en las rueditas mientras te acostumbras".
Poco a poco, Lois fue ganando confianza y se sintió cómodo sobre la bicicleta. Sus amigos le enseñaron cómo pedalear suavemente y mantener el equilibrio. "¡Muy bien, Lois! ¡Estás haciendo un gran progreso!", exclamó su amiga Marta mientras aplaudía emocionada.
Los días pasaban y Lois practicaba cada vez más. Montaba en bicicleta por las calles de Madrid junto a sus amigos, disfrutando de la sensación del viento en su rostro. Un día, mientras patinaba en el parque de patinaje, Lois vio una rampa alta.
Aunque le daba un poco de miedo, sabía que debía enfrentar nuevos desafíos para seguir creciendo. Decidió intentarlo y con mucho valor se lanzó desde la rampa.
Al principio se tambaleó un poco, pero logró mantenerse firme y hacer una pirueta en el aire antes de aterrizar suavemente sobre sus ruedas.
Sus amigos lo miraron boquiabiertos y aplaudieron entusiasmados: "¡Increíble, Lois! ¡Eres todo un campeón!"Desde ese día, Lois se dio cuenta de que no había límites para lo que podía lograr si perseveraba y superaba sus miedos. Aprendió que con esfuerzo y determinación podía alcanzar cualquier meta que se propusiera. Lois continuó montando en bicicleta, practicando gimnasia artística y patinando con alegría e ilusión.
Siempre recordaría aquellos momentos especiales junto a sus abuelos y amigos que lo apoyaron en cada paso del camino. Y así, Lois se convirtió en un niño valiente y aventurero que inspiraba a otros a seguir sus sueños y nunca rendirse.
FIN.