Lola, la ardilla que enseñó a Lucas a compartir



Había una vez en el bosque un lobo llamado Lucas. Lucas era un lobo solitario y no le gustaba compartir ni siquiera con sus amigos del bosque.

Siempre guardaba su comida solo para él y no permitía que nadie se acercara. Un día, mientras Lucas estaba buscando comida en el bosque, se encontró con una pequeña ardilla llamada Lola. Lola tenía hambre y le pidió a Lucas si podía compartir su comida.

Pero Lucas respondió de manera grosera: "¡No! Esta comida es solo mía, ve y busca tu propia comida". Lola quedó muy triste por la respuesta de Lucas, pero decidió no rendirse tan fácilmente.

Sabía que debía encontrar una forma de enseñarle al lobo sobre la importancia de compartir. Unos días después, Lola vio cómo Lucas había atrapado a un conejo. El lobo estaba muy feliz porque finalmente había encontrado algo delicioso para comer.

Pero antes de poder disfrutarlo, apareció un oso hambriento llamado Bruno. Bruno también quería comerse al conejo y le pidió a Lucas que lo compartiera con él. Sin embargo, Lucas se negó rotundamente nuevamente: "¡Este conejo es mío! No te lo voy a dar".

Lola observaba todo desde los árboles y decidió intervenir. Se acercó sigilosamente al oído de Bruno y le susurró una idea brillante: "Bruno, ¿y si hacemos algo juntos? Podemos engañar a Lucas para que comparta su comida".

Bruno estaba intrigado por la idea y aceptó colaborar con Lola. Juntos elaboraron un plan: Lola distraería a Lucas mientras Bruno se acercaba sigilosamente al conejo.

Cuando todo estuvo listo, Lola fue hacia Lucas y comenzó a contarle una historia muy interesante sobre un tesoro escondido en el bosque. Mientras tanto, Bruno se acercó al conejo y lo agarró rápidamente. Lucas, emocionado por la historia de Lola, no notó que Bruno había tomado su comida.

Cuando terminó de contar la historia, Lucas se dio cuenta de que su comida había desaparecido. Lola le dijo a Lucas: "¿Ves? Si hubieras compartido tu comida con Bruno, esto nunca hubiera pasado". Lucas sintió tristeza y remordimiento por no haber compartido antes.

Se dio cuenta de que ser egoísta solo lo hacía infeliz y solitario. Decidió cambiar su actitud y aprender a compartir con los demás. Desde ese día en adelante, Lucas se convirtió en un lobo amigable y generoso.

Compartía su comida con sus amigos del bosque y todos vivieron felices juntos. La historia de Lucas nos enseña sobre la importancia de compartir y cómo el egoísmo puede alejarnos de los demás.

Aprendamos siempre a ser generosos y amables con quienes nos rodean para construir relaciones sólidas basadas en la empatía y el respeto mutuo.

FIN.

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