Lola, la Jirafa de la Granjiola
Había una vez, en un zoológico de la ciudad, una jirafa llamada Lola. Desde pequeña, siempre soñó con un lugar donde pudiera correr libremente y comer las hojas más tiernas de los árboles. Un día, mientras los cuidadores estaban distraídos, Lola decidió que era el momento perfecto para hacer su gran escape.
- ¡Libertad! - gritó mientras salía por la puerta que se había dejado entreabierta.
Corrió por las calles, asombrando a los transeúntes que jamás habían visto a una jirafa fuera de un zoológico. Finalmente, llegó a una granja llamada "La Granjiola", donde vivía una familia muy amable, los Pérez. El padre, Juan, la madre, María, y dos hijos, Sofía y Tomás, estaban jugando en el campo cuando la vieron entrar.
- ¡Miren! - exclamó Sofía, asombrada. - ¡Es una jirafa! ¿Puede quedarse con nosotros?
- Claro, ella puede ser parte de nuestra familia - respondió Tomás con una sonrisa.
Y así fue como Lola se unió a los Pérez. La jirafa adoraba la vida en la granja; se pasaba horas jugando en el campo, comiendo pasto fresco y disfrutando del cariño de todos. Cada día era una aventura y una nueva oportunidad para conocer más sobre la vida en libertad.
Con el tiempo, se hizo muy amiga de los animales de la granja, especialmente de un caballo llamado Pampa y un perro llamado Rocco. Los tres se volvían inseparables, explorando juntos cada rincón de la granjita.
Sin embargo, la alegría de los Pérez no duró mucho. Un día, un funcionario del ayuntamiento apareció de repente, con una expresión muy seria.
- Buenas tardes, soy el Sr. Gómez. Tengo que informarles que tener una jirafa en la granja no es permitido. Deben llevarla de regreso al zoológico - dijo con voz autoritaria.
Los niños se pusieron tristes y miraron a su querida amiga. Lola no quería regresar a su antigua vida. Entonces, Sofía, con su espíritu valiente, dijo:
- ¡Esperen! ¿Y si hacemos algo para demostrar que Lola es parte de nuestra familia y que vive feliz aquí?
Tomás se emocionó con la idea y propuso:
- ¡Podemos organizar una gran fiesta en la granja y mostrarle a todos cuánto queremos a Lola!
Así, comenzaron a planear la fiesta con la ayuda de todos los animales de la granja. Decoraron el lugar con flores, la música resonaba por todos lados y todos los vecinos fueron invitados. El gran día llegó, y la granja se llenó de risas, colores y alegría.
- ¡Bienvenidos a la Fiesta de Lola! - presentó Juan al iniciar la celebración. - Hoy no solo celebramos a nuestra jirafa, sino también la amistad y la vida en comunidad.
Los niños mostraron a todos las habilidades de Lola: su gracia al caminar, su talento para jugar a atrapar pelotas y, sobre todo, su bondad. La fiesta fue un éxito y todos se divirtieron mucho, desde los niños hasta los adultos y, por supuesto, toda la familia de animales de la granja.
Al final de la jornada, el Sr. Gómez se acercó para hablar con los Pérez.
- Tengo que admitir que no esperaba ver algo así. Lola parece realmente feliz aquí - comentó, mientras sonreía.
- ¡Y nosotros también! - dijo María. - Ella es parte de nuestra familia ahora.
Ante lo visto, el Sr. Gómez decidió permitir que Lola se quedara en La Granjiola, siempre y cuando se cumplieran las normas de seguridad y bienestar. Los Pérez prometieron cuidar de Lola y hacer todo lo necesario para que estuviera feliz y sana.
Desde aquel día, Lola vivió feliz en la granja, rodeada de amor, amigos y la belleza de la naturaleza. Y así, la jirafa que soñaba con la libertad encontró su hogar donde nunca había imaginado, aprendiendo que la verdadera felicidad reside en estar rodeado de amigos que te quieren y te aceptan tal cual sos.
FIN.