Lola, la lagartija valiente



Había una vez, en un pequeño jardín de la ciudad de Buenos Aires, una lagartija llamada Lola. Lola era una lagartija curiosa y aventurera que siempre estaba en busca de emocionantes experiencias.

Pero había algo que preocupaba a Lola: ¡tenía mucha hambre! Un día soleado, mientras paseaba por el jardín, Lola vio a su amiga Mariposa volando cerca de una hermosa planta llena de deliciosas hojas verdes. "¡Qué suerte tiene Mariposa!", pensó Lola con tristeza.

"Ella puede volar y llegar fácilmente a todas las plantas". Lola decidió acercarse a Mariposa y contarle sobre su hambre. "-Mariposa, estoy muy hambrienta", dijo Lola con voz entrecortada. "-No puedo encontrar comida como tú lo haces.

" Mariposa escuchó atentamente y le respondió: "-Lola, no te preocupes. Tengo una idea para ayudarte".

Mariposa explicó que había visto un sabio erizo llamado Federico en el otro extremo del jardín quien conocía todos los secretos del lugar y tal vez podría ayudarla. Con esperanza renovada, Lola siguió las instrucciones de Mariposa para encontrar al erizo Federico. Después de mucho caminar bajo el sol ardiente, finalmente encontró al erizo descansando bajo un arbusto.

"-Hola Federico", saludó Lola tímidamente. "-Soy Lola la lagartija y tengo mucha hambre. "Federico levantó sus espinas sorprendido pero amablemente preguntó: "-¿Cómo puedo ayudarte?"Lola explicó su problema y Federico sonrió. "-No te preocupes, Lola", dijo el erizo.

"-Aquí en el jardín hay muchas plantas con deliciosas hojas para ti. El problema es que no las has descubierto todavía. "Federico se ofreció a ser el guía de Lola y mostrarle todas las plantas que podían satisfacer su hambre.

Durante días y noches, Lola siguió a Federico por todo el jardín mientras él le enseñaba sobre diferentes tipos de plantas y cómo encontrar comida en ellas.

Aprendió que algunas hojas eran amargas, otras picantes, pero había unas pocas perfectas para calmar su apetito. Con cada nueva planta que descubría, la confianza de Lola crecía y sus habilidades mejoraban. Ya no necesitaba depender de los demás para encontrar comida; ahora tenía conocimiento suficiente para buscarla por sí misma.

Un día soleado, mientras estaba disfrutando de una jugosa hoja en lo alto de un árbol, Lola se dio cuenta de cuánto había aprendido durante su aventura con Federico.

Había superado sus miedos y se había convertido en una lagartija valiente e independiente. "-Gracias, Federico", exclamó emocionada Lola desde la copa del árbol. "-Sin tu ayuda nunca habría descubierto todas estas deliciosas hojas". Federico sonrió orgulloso desde abajo: "-Estoy feliz de haber podido ayudarte, Lola".

"-Recuerda siempre explorar y aprender nuevas cosas". Desde ese día en adelante, Lola vivió felizmente en el jardín explorando nuevas plantas y compartiendo su sabiduría con otros animales.

Aprendió que, a pesar de los desafíos, siempre se puede encontrar una solución si se tiene la valentía y la determinación suficiente.

Y así, Lola demostró que no importa cuán pequeños o hambrientos podamos sentirnos en algún momento de nuestras vidas; siempre hay una forma de superar cualquier obstáculo y encontrar nuestro propio camino hacia el éxito. ¡Y colorín colorado, esta historia ha terminado!

FIN.

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