Lola, la Lombriz Acróbata
Había una vez en un bosque lleno de colores y aromas, una lombriz llamada Lola. A diferencia de las otras lombrices, que disfrutaban de pasar el día cavando y comiendo tierra, Lola tenía un sueño especial: quería hacerse una acróbata famosa. Desde que era muy pequeña, le encantaba observar a las mariposas que danzaban en el aire y pensaba que ella también podía hacer piruetas.
Un día, mientras se estiraba sobre una hoja, decidió que era tiempo de entrenar. "¡Voy a lograrlo!", se decía a sí misma. Así que comenzó a practicar. Primero, intentó dar giros.
"¡Mira cómo giro, Mira!", gritaba emocionada a su amiga la oruga.
"¡No te caigas, Lola!", respondió la oruga con risas.
Lola se caía y se levantaba, pero no se desanimaba. Luego, decidió hacer saltos. Salía disparada de un pequeño montículo de tierra y estiraba su cuerpo todo lo que podía en el aire. Sin embargo, cada salto terminaba en un aterrizaje desastroso, lo que hacía reír a los demás insectos.
Pronto, la noticia de las acrobacias de Lola se extendió por el bosque. Todos los animales venían a ver sus saltos y giros, pero algunos, como el escarabajo, eran un poco críticos.
"¿Por qué una lombriz debería querer hacer acrobacias?" - le dijo un día, cruzándose en su camino. "Lo que deberías hacer es quedarte en tu tierra, como todas las lombrices."
Eso lastimó los sentimientos de Lola, pero en lugar de rendirse, decidió demostrarle a todos que sí podía ser una gran acróbata. Así que un día anunció un gran espectáculo.
"¡Estoy organizando un espectáculo de acrobacias!", gritó desde el centro del bosque. "Los invito a todos a venir a verme".
El día del espectáculo, muchos animales se reunieron alrededor de un árbol, curiosos por ver qué sucedería. Lola estaba nerviosa, pero cuando llegó su turno, respiró hondo.
Primero hizo piruetas con gracia, luego saltó alto y, en el vuelo, logró hacer una voltereta impresionante. Todos quedaron boquiabiertos.
"¡Eso fue increíble!", exclamó la mariposa. "Nunca había visto algo así en mi vida."
"¡Sí, Lola! ¡Sos una estrella!", gritó la oruga.
Lola sonrió de oreja a oreja. Pero mientras seguía su rutina, tropezó y se cayó en los pies del escarabajo. En lugar de reírse de ella, el escarabajo se mostró sorprendido.
"No puedo creerlo, Lola. Te caíste pero te levantaste. ¡Eso requiere mucha valentía!"
Esa caída se convirtió en el momento más aclamado del espectáculo. El público aplaudió, y Lola, que había sentido miedo, se sintió animada.
Al final del espectáculo, todos se acercaron a felicitarla, incluidos aquellos que antes la criticaban.
"Nos encantó tu actuación", dijo el escarabajo con sinceridad. "Eres realmente valiente".
Lola se dio cuenta de que lo más importante no era ser perfecta, sino intentar lo que le gustaba y divertirse. Desde ese momento, nunca volvió a escuchar los comentarios negativos de otros.
"Voy a seguir practicando mis acrobacias", dijo alzando la voz. "Y ustedes pueden venir a entrenar conmigo".
Y así, Lola, la lombriz acróbata, inspiró a otros a seguir sus sueños, sin importar lo que dijeran los demás. Aprendió que lo importante era disfrutar del viaje y se convirtió en una gran amiga para todos los que se le unieron en sus entrenamientos. Desde entonces, el bosque no solo tuvo mariposas volando, sino también una lombriz que hacía acrobacias increíbles y que jamás se quedaría quieta.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.