Lola, la lombriz curiosa
Era un hermoso día en el jardín de Don Luis, donde todo crecía feliz. ¡Las flores lucían radiantes y los árboles danzaban al ritmo del viento! Pero había una pequeña lombriz llamada Lola que siempre miraba con curiosidad el mundo que la rodeaba.
"¿Por qué tengo que quedarme siempre en la tierra?", se quejaba Lola. "Hay tanto por descubrir allá afuera."
Un día, mientras cavaba un túnel nuevo, escuchó a unas mariposas que hablaban sobre un arcoíris que podían ver desde el cielo.
"¡Oh! ¡Quiero ver un arcoíris!", gritó Lola emocionada. Y decidió que ese sería su día de aventura.
Se asomó al exterior de su túnel y vio al pájaro Papito acercándose.
"¡Hola, Papito!", saludó Lola. "¿Podrías ayudarme a salir de aquí y ver el arcoíris?"
"Claro, Lola. Pero antes, debes prometerme que serás cuidadosa. El mundo exterior puede ser peligroso para una lombriz pequeña", dijo Papito con preocupación.
"Lo prometo", respondió Lola decidida, y con un aleteo, Papito la llevó un poco más cerca de la superficie.
Al salir, Lola quedó maravillada con lo brillante que era el mundo. Pero a medida que se movía, sintió el calor del sol en su piel y vio al gato vecino, el Astro, acercándose sigilosamente.
"¿Qué haces aquí, lombricita?", preguntó Astro con una sonrisa traviesa.
"Estoy buscando un arcoíris", explicó Lola.
"¡Un arcoíris! ¿Y crees que tú podrás verlo así de cerca?", se burló Astro.
Lola sintió que sus ganas de seguir se desvanecían, pero recordando las palabras de Papito, se mantuvo firme.
"Sí, porque sé que hay algo grandioso esperándome. ¡No me detendré!"
Con mucho esfuerzo, Lola siguió avanzando y, de repente, una lluvia suave comenzó a caer. Papito regresó volando.
"¡Lola! ¡Es el momento! ¡Los arcoíris vienen después de la lluvia!"
Lola sintió un cosquilleo de emoción. Se colocó en un lugar alto, y entonces, después de algunos minutos, un arcoíris inmenso apareció en el cielo, lleno de colores vibrantes.
"¡Mirá!", gritó Lola extasiada. "¡Es hermoso!"
Astro observaba desde lejos, asombrado por la valentía de Lola.
"No sabía que las lombrices pudieran ser tan valientes. Tal vez yo también deba dejar de lado mis miedos y explorar el mundo más a menudo", pensó Astro.
Después de un rato, la lluvia cesó, y el sol brillaba más que nunca. Lola había cumplido su sueño y demostrado que a veces la aventura está más allá de nuestra zona de confort.
Desde ese día, Lola no solo se convirtió en la lombriz que vio el arcoíris, sino también en la amiga de papito y de Astro, quien decidió acompañarla en sus nuevas aventuras.
"¡Lola! Prometo que siempre estaré cerca para ayudarte en tus aventuras", dijo Astro con una sonrisa.
Y así, Lola, la lombriz más curiosa del jardín, comprendió que los sueños y las amistades son fundamentales para vivir experiencias coloridas y llenas de magia. Ya ninguna aventura parecía imposible para ella.
"Nunca dejen de explorar, amigos", decía Lola entusiasmada. "Siempre hay algo hermoso esperando ser descubierto, sin importar cuán pequeños seamos."
FIN.