Lola la lorita que quería aprender las vocales



Había una vez en un colorido bosque un pequeño loro llamado Lola. Lola era una lorita verde brillante con plumas que reflejaban el sol y un carácter lleno de energía. Pero había algo que la inquietaba: quería aprender las vocales. Desde que escuchaba a sus amigos cantar y hablar, soñaba con un día en el que pudiera unirse a ellos y crear melodías con su propia voz.

Una mañana, mientras volaba sobre el lago, se encontró con un sabio búho llamado Don Búho, que era conocido por su vasta sabiduría y su amor por las letras.

"¡Hola, Don Búho!" - gritó Lola emocionada. "¿Podrías enseñarme las vocales?"

"Por supuesto, Lola" - respondió Don Búho con una sonrisa. "Las vocales son las letras que hacen que las palabras cobren vida. ¿Estás lista para aprender?"

Lola asintió con entusiasmo, y así comenzó su aventura de aprendizaje. Don Búho le enseñó a vocalizar de una manera muy divertida.

"A, E, I, O, U" - cantaba Don Búho, mientras Lola lo repetía con todas sus fuerzas. Al principio, se le hacía un poco difícil, pero no se dio por vencida.

Unos días después, mientras practicaba, escuchó un llanto. Curiosa, fue a ver de dónde venía el sonido.

"¿Quién está llorando?" - preguntó Lola.

"Soy yo, el pececito Pablo. Me siento triste porque no puedo encontrar a mis amigos. Ellos estaban jugando en el arroyo y yo me quedé atrás" - sollozaba Pablo.

"No te preocupes, Pablo. Vamos a buscarlos juntos. ¡Tengo una idea!" - dijo Lola con una sonrisa. "Puedo llamar a mis amigos con mi voz. ¡Así nos ayudarán a encontrarlos!"

Lola utilizó las vocales que había aprendido:

"¡Aaa! ¡Eee! ¡Iii! ¡Ooo! ¡Uuu!"

Su voz resonó por todo el bosque, como un eco armonioso. Pronto, un grupo de aves llegó volando. Era el loro Carlos, la golondrina Sofía y el canario Fritz.

"¿Qué pasa, Lola?" - preguntó Carlos, en su característico tono alegre.

"Pablo está triste porque perdió a sus amigos. ¡Podemos ayudarlo!" - dijo Lola.

"¡Claro!" - exclamó Sofía. "Todo el bosque se unirá a nosotros para buscarlo. ¡Usaremos nuestras voces!"

Así, todos juntos comenzaron a cantar:

"¡Aaa! ¡Eee! ¡Iii! ¡Ooo! ¡Uuu!"

Mientras cantaban, el eco llegó hasta lo profundo del arroyo, y lentamente, los pececitos comenzaron a salir, siguiendo el sonido de la música. Uno a uno, los amigos de Pablo aparecieron.

"¡Gracias, Lola!" - dijo Pablo, saltando de alegría al ver a sus amigos. "¡Lo hiciste con tus vocales!"

"¡Sí!" - respondió Lola sonriendo. "Aprendí que las vocales son poderosas y pueden ayudar a unirnos."

Poco después, Don Búho se unió a ellos.

"¡Qué gran trabajo has hecho, Lola!" - exclamó admirado.

"Estoy muy feliz de haber podido ayudar con lo que aprendí" - respondió Lola, sintiendo una gran satisfacción.

Desde ese día, Lola no solo se convirtió en una gran cantante, sino que también entendió la importancia de colaborar y ayudar a los demás. Y lo mejor de todo, continuó aprendiendo más sobre las letras y vocales, incorporando nuevos amigos, historias ¡y mucha música! En el bosque, todos ya sabían que, si necesitaban algo, solo tenían que escuchar el canto de Lola.

Y así fue como, gracias al esfuerzo y la amistad, Lola la lorita no solo aprendió las vocales, sino que también se convirtió en un símbolo de unidad y alegría en su bosque.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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