Lola, la pequeña curandera
Había una vez en un pequeño pueblo de la selva argentina, una niña llamada Lola. Ella vivía junto a su mamá, quien estaba enferma y nadie sabía exactamente qué le ocurría.
Lola se preocupaba mucho por su mamá y deseaba con todo su corazón encontrar una cura para ella. Un día, Lola decidió aventurarse en lo más profundo de la selva en busca de ayuda.
Sabía que allí habitaban curanderos y naturistas del campo que podrían tener algún remedio especial para sanar a su mamá. Con valentía y determinación, emprendió el viaje hacia lo desconocido. Lola caminó durante horas hasta que finalmente encontró a Don Carlos, un anciano sabio que era conocido por sus habilidades curativas.
Se acercó tímidamente y le contó sobre la enfermedad de su madre. "Don Carlos, ¿podrías ayudarme? Mi mamá está muy enferma y no sé cómo ayudarla"- dijo Lola con los ojos llenos de esperanza.
Don Carlos miró compasivamente a la niña y asintió con seriedad. "Ven conmigo, pequeña. Te mostraré las plantas medicinales que podrían aliviar los síntomas de tu mamá"- respondió amablemente.
Lola siguió a Don Carlos mientras él le enseñaba sobre las diferentes hierbas y raíces medicinales que crecían en la selva. Le explicó cómo usarlas adecuadamente para hacer infusiones y ungüentos curativos. "Recuerda siempre respetar a la naturaleza y solo tomar lo necesario"- advirtió Don Carlos mientras recogían algunas plantas especiales.
Lola agradeció al anciano por su ayuda y se apresuró de regreso a casa para preparar los remedios. Con gran cuidado, siguió todas las instrucciones que Don Carlos le había dado y esperó con ansias los resultados.
Día tras día, Lola administraba los remedios a su mamá con amor y esperanza en su corazón. Poco a poco, comenzaron a notarse mejoras en la salud de su madre. Su fiebre disminuyó, sus dolores se calmaron y finalmente pudo sonreír nuevamente.
A medida que pasaba el tiempo, Lola continuaba aprendiendo sobre las plantas medicinales y buscando nuevos conocimientos para ayudar a otros en el pueblo. Se convirtió en una pequeña curandera, compartiendo sus descubrimientos con aquellos que lo necesitaban.
Un día, mientras Lola estaba ayudando a una abuelita con problemas de digestión, recibió una visita inesperada. Era Don Carlos, quien venía a felicitarla por su dedicación y esfuerzo en ayudar a los demás.
"Lola, has demostrado ser una niña valiente y generosa. Tus conocimientos han traído sanación y alegría a muchas personas del pueblo"- dijo Don Carlos orgulloso. Lola sonrió tímidamente. "Gracias por enseñarme todo lo que sé, Don Carlos. Mi mamá está mucho mejor gracias a ustedes".
Don Carlos asintió con gratitud. "Recuerda siempre escuchar la voz de la naturaleza y nunca te olvides del poder curativo que llevas dentro de ti". Desde ese día, Lola continuó siendo una curandera respetada en el pueblo.
Cada vez que alguien necesitaba ayuda, ella estaba allí para brindar su conocimiento y apoyo.
Y aunque ya no vivía en la selva, siempre recordaría el valioso legado de Don Carlos y cómo había aprendido a sanar a los demás escuchando a la naturaleza. Y así, Lola demostró que con determinación y amor por los demás, incluso una niña pequeña puede hacer grandes cosas y marcar la diferencia en el mundo.
FIN.