Lola y el corazón del ogro


Había una vez en un pequeño pueblo escondido entre las montañas, un ogro llamado Rufus.

Este ogro era conocido por ser el más temible de todos, ya que solía asustar a los niños del lugar con sus rugidos y su aspecto aterrador. Un día, la valiente niña llamada Lola decidió enfrentarse al ogro. Ella no tenía miedo y estaba decidida a descubrir por qué Rufus actuaba de esa manera.

Así que se puso su capa roja y emprendió camino hacia la cueva donde vivía el ogro. Al llegar, Lola vio a Rufus sentado en una piedra grande, con una expresión triste en su rostro. Se acercó lentamente y le dijo con voz firme: "Hola, soy Lola.

¿Por qué asustas a los niños del pueblo?". Rufus miró sorprendido a la niña y respondió con voz ronca: "Lo siento, no quería asustar a nadie.

Es solo que me siento muy solo aquí en mi cueva y cuando veo niños cerca, me pongo nervioso". Lola se sentó junto a Rufus y le dijo amablemente: "No tienes por qué sentirte solo, Rufus. Puedes venir al pueblo y ser parte de nuestra comunidad.

Estoy segura de que si nos conoces, dejarás de sentirte tan nervioso". Rufus dudó un momento, pero finalmente aceptó la propuesta de Lola.

Juntos caminaron hacia el pueblo, donde los habitantes al principio se sobresaltaron al ver al ogro, pero luego comprendieron que no era malo como pensaban. Con el tiempo, Rufus se convirtió en un miembro querido del pueblo. Ayudaba en las tareas cotidianas, jugaba con los niños e incluso les contaba historias emocionantes sobre sus aventuras en las montañas.

Los niños ya no lo veían como un ogro temible, sino como un amigo bondadoso que siempre estaba dispuesto a ayudarlos. Y Rufus aprendió que no hacía falta asustar para ser respetado y querido.

Desde ese día, todos vivieron felices en el pequeño pueblo entre las montañas gracias a la valentía y bondad de Lola y la amistad sincera de Rufus.

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