Lola y el Gran Salto



Hoy era un día muy especial para Lola. Después de pasar mucho tiempo en la guardería, finalmente llegaba el momento de despedirse y comenzar una nueva etapa en su vida.

Estaba emocionada pero también un poco triste por dejar a sus amigos y maestros. Lola era una niña alegre y siempre tenía una sonrisa en su rostro. Desde que era bebé, había aprendido muchas cosas en la guardería.

Había aprendido a comer con cuchara, aunque al principio se le caía mucha comida al suelo. Pero ella siempre decía: "Tranquilo, no pasa nada", y todos reían. También le encantaban las canciones y los bailes que cantaban en la guardería.

Cada día, Lola se divertía mucho moviéndose al ritmo de la música junto con sus amigos. Siempre estaba lista para aprender nuevas coreografías y nunca perdía el entusiasmo.

Pero lo más importante es que Lola había crecido tanto que ya podía usar el orinal como los niños mayores. Ella se sentía muy orgullosa cada vez que lograba hacer pipí o popó sin ayuda de pañales.

Sus maestros celebraban cada uno de sus éxitos y le recordaban lo valiente y grande que se estaba volviendo. El día de la despedida, todos los niños estaban emocionados por recibir un diploma como símbolo de su paso por la guardería. La sala estaba decorada con globos coloridos y había música alegre sonando en el fondo.

La maestra llamó a cada niño para entregarles su diploma mientras les decían palabras llenas de cariño y admiración por todo lo que habían logrado. Cuando llegó el turno de Lola, la maestra dijo: "Lola, has sido una niña maravillosa.

Siempre has tenido una actitud positiva y nunca te has dado por vencida. Estamos muy orgullosos de ti".

Lola recibió su diploma con una gran sonrisa en su rostro y se sintió muy feliz al escuchar las palabras de su maestra. Sabía que había hecho muchos amigos en la guardería y que siempre llevaría esos recuerdos en su corazón. Después de recibir su diploma, Lola se acercó a sus amigos y les dio abrazos llenos de cariño.

Todos estaban emocionados por ella y le deseaban lo mejor en esta nueva etapa de su vida.

Cuando Lola se despidió de sus maestros, les prometió que nunca olvidaría todo lo que había aprendido en la guardería y que siempre llevaría consigo ese espíritu valiente y positivo. Y así, Lola dejó atrás la guardería con lágrimas en los ojos pero también con mucha ilusión por todo lo nuevo que vendría.

Sabía que estaba lista para enfrentar cualquier desafío porque había aprendido a ser fuerte y perseverante. Desde aquel día, Lola siguió creciendo y aprendiendo nuevas cosas.

Pero siempre recordaba con cariño los momentos felices vividos en la guardería, donde descubrió el valor del esfuerzo, la amistad y el amor por aprender cada día más. Fin

FIN.

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