Lola y el hada de las plantas
En un pequeño pueblo llamado Verdegracia, vivía una niña llamada Lola. A Lola le encantaban las plantas y pasaba horas cuidando su jardín con mucho amor y dedicación.
Tenía todo tipo de plantas: rosas, girasoles, margaritas y hasta un limonero que daba los frutos más deliciosos de toda la región. Un día, mientras Lola regaba sus plantas, escuchó una vocecita que venía del rosal más hermoso de su jardín.
Se acercó curiosa y vio a una pequeña hada verde escondida entre las flores. "¡Hola! Soy Flora, el hada de las plantas. He estado observando lo bien que cuidas tu jardín y quiero enseñarte algo muy especial", dijo la hadita con una sonrisa brillante.
Lola no podía creerlo, ¡un hada de las plantas en su propio jardín! Estaba emocionada por aprender algo nuevo. Flora le explicó a Lola lo importante que era cuidar las plantas no solo regándolas, sino también abonándolas, podándolas y protegiéndolas de plagas.
Le mostró cómo cada planta tenía necesidades diferentes y cómo al prestarles atención podían crecer fuertes y saludables.
Lola siguió todos los consejos de Flora al pie de la letra y pronto su jardín se convirtió en el más espectacular del pueblo. Vecinos venían de todas partes para admirar sus hermosas flores y saborear los dulces limones del limonero. Pero un día, una terrible sequía golpeó a Verdegracia.
El sol ardiente quemaba las hojas de las plantas y el agua escaseaba. El jardín de Lola empezó a marchitarse poco a poco a pesar de todos sus esfuerzos por salvarlo. Desesperada, Lola buscó a Flora entre sus plantas marchitas y la encontró triste y débil.
"¡Flora! ¿Qué podemos hacer para salvar el jardín?", preguntó Lola con lágrimas en los ojos. Flora le recordó a Lola lo importante que era estar atentos a las necesidades de las plantas en todo momento.
Juntas idearon un plan para recolectar agua de lluvia, buscar abono orgánico en el bosque cercano e incluso construir pequeñas sombrillas para proteger las plantitas del sol implacable.
Día tras día trabajaron incansablemente hasta que finalmente, gracias al esfuerzo conjunto de Lola y Flora, el jardín volvió a florecer más hermoso que nunca.
Desde entonces, en Verdegracia se contaba la historia del maravilloso jardín de Lola y cómo el cuidado constante y amoroso hacia las plantas había salvado no solo un pedacito de tierra, sino también una amistad mágica entre una niña curiosa y un hada bondadosa.
FIN.