Lola y el huerto encantado



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Cerezal, una niña llamada Lola. Ella era curiosa y siempre estaba buscando aventuras.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, encontró un camino que nunca había visto antes. Intrigada, decidió seguirlo y descubrió un hermoso huerto lleno de árboles frutales. Los manzanos estaban cargados de deliciosas manzanas rojas y jugosas. Lola no pudo resistirse y cogió una para probarla.

Justo cuando iba a darle un mordisco a la manzana, escuchó una voz débil que provenía de uno de los árboles: "-¡Ayuda! ¡Por favor, ayúdame!". Lola miró hacia arriba y vio a la abuelita del pueblo atrapada en las ramas del árbol.

Rápidamente se acercó corriendo y le preguntó qué había pasado. "-Estaba reagarrando manzanas cuando resbalé y me quedé atrapada aquí arriba", explicó la abuelita con voz temblorosa.

Sin pensarlo dos veces, Lola trepó al árbol como si fuera una ardilla experta y ayudó a bajar a la abuelita con cuidado. Una vez en el suelo seguro, la abuelita le dio las gracias con cariño. "-Eres muy valiente, querida Lola", dijo la abuelita mientras acariciaba el cabello de la niña.

"Pero ahora tengo un problema mayor. Necesito llevar todas estas manzanas al mercado para venderlas". Lola sonrió y se ofreció a ayudar.

Juntas, llenaron cestas con las manzanas más hermosas y comenzaron el largo camino hacia el mercado del pueblo. En el camino, se encontraron con el lobo feroz que siempre merodeaba por el bosque. Pero Lola no tuvo miedo, ya que sabía cómo hablar con los animales.

"-Lobo, ¿por qué siempre asustas a la gente?", preguntó Lola en tono amigable. El lobo quedó sorprendido al escuchar una niña hablando con él. "-Nadie me ha hablado así antes", respondió el lobo de manera tímida.

"Pero lo hago porque tengo hambre y no sé cómo conseguir comida de otra manera". Lola sintió compasión por el lobo y decidió ayudarlo. "-Si prometes dejar de asustar a la gente, te daré algunas manzanas para que puedas alimentarte", propuso ella.

El lobo aceptó encantado y Lola le dio unas cuantas manzanas para calmar su hambre. A cambio, el lobo les mostró un atajo seguro hacia el mercado. Cuando llegaron al mercado, todos quedaron impresionados con las hermosas manzanas rojas de Lola y su abuelita.

Pronto vendieron todas las cestas y ganaron mucho dinero. Con ese dinero, decidieron comprar semillas para plantar más árboles frutales en Villa Cerezal. Así podrían tener un huerto aún más grande y proveer frutas frescas a toda la comunidad.

Desde aquel día, Lola se convirtió en una heroína local por su valentía y generosidad. Además de ser famosa por sus manzanas deliciosas, también era conocida por su habilidad para hablar con los animales y resolver problemas.

Y así, Lola demostró que incluso las personas más pequeñas pueden hacer grandes cosas cuando se atreven a ayudar a los demás.

Su historia inspiró a muchos niños de Villa Cerezal a ser amables y valientes, recordando siempre que todos podemos marcar la diferencia en el mundo.

FIN.

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